Capitulo 19.

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Zackary pov.

No quise prometerle más de lo que tenía, amor no, nunca podría enamorarme de ella, aunque algo dentro mío castigaba mí mente por hacer exactamente lo mismo que la gente solía hacer conmigo, prejuzgar.

El maldito prejuicio del cual ahora era esclavo; pero tampoco iba a ser cruel, al menos no con ella.

Terminada la ceremonia nos dirigimos al salón, el sutil perfume de las flores nos recibía, era una armonía perfecta, sin embargo no nos quedamos allí mucho tiempo, solo saludamos a los invitados por mera formalidad y avanzamos un poco más hasta el balcón real, ubicado en la torre oeste cuya vista daba a la plaza que se usaba para recibir a los ciudadanos de Hellwitch.

No se me escapó la mirada de mí padre a mí ahora esposa, era una mezcla de desconfianza con asco, ¿Quién mierda se creía este tipo? Lo único que estaba haciendo ella era cumplir su deber junto conmigo, deber impuesto por mí padre y su perro faldero de mierda, Richmond.

Con toda la altanería que me corría en las venas los señalé ambos sin importarme que se arme el escándalo.

- Vuelven a mirarla así y haré que los saquen a patadas de la ceremonia.- Amenacé, la ira salía por mí cuerpo, apreté los puños deseando golpearlos ambos.

Abrieron los ojos como platos, el perro faldero se disculpó sin dejar de asentir, pero mi padre se limitó a desviar la mirada.

Por su parte ella les dedicó una buena mirada llena de desprecio y asintió hacia mí en agradecimiento, hice lo mismo, volteé a ver a mí madre y me devolvió una radiante sonrisa.

Observé que no se había acercado a mí padre en todo el día.

Se acercó con complicidad y confianza a la chica y le susurró algo en el oído, lo que sea que haya sido, el rubor lleno sus mejillas y le sonrió con timidez.

Mí padre pasó al frente y nos anunció en el gran balcón.

Respiré ondo, sabía que ella debía ir a mí izquierda por protocolo, pero no podía dejar de notar que había algo que le incomodaba o le dolía cada vez que reposaba su brazo en el mío por el modo en que contenía su respiración.

- Por favor reina, intercambiemos lugares.-Le dediqué una sonrisa y mis ojos se encontraron con los suyos, una gris tormenta se desataba en ellos, pareció pensarlo por un segundo.

- Pero va en contra del protocolo.- Murmuró frunciendo el ceño.

Me incliné un poco más y observé que unas leves ojeras, quizá estaba cansada, pero definitivamente su brazo le dolía también.

- Somos reyes y haremos nuestras propias leyes, - No debería olvidar su posición, debería creerse el papel porque de otra forma tratarían de doblegarla.- además creí que lo habíamos dejado claro en el altar, magestad.- lo dije en un susurró inaudible para el resto.

Se ruborizó furiosamente y me miró con rabia, debía admitir que me divertía molestarla un poco, la pobre necesitaba relajarse, estaba demasiado nerviosa.

De pronto surgió un pensamiento, algo que no había considerado en absoluto, ¿Ella me temía?
Pero... Era una bruja, y no era estúpido para no darme cuenta que era increíblemente poderosa y valiente, porque había que tener valor para enfrentarse a  Sarah Good, pero también algo que respalde ese valor.

Algo se hundió en mí, yo las detestaba sí, pero ella no me había hecho daño ni a mi, ni a nadie que amara, no tenía razones para ser cruel.

Con cuidado cambió de lugar y miró al frente alzando la barbilla olvidando su vergüenza.

Fresias y coronas. (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora