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Omnisciente

La Orden también se había escabullido en Hogwarts, bueno, lo que quedaba de ella.

Ron tomó de la mano a su novia y ambos se dirigieron con los demás, seguidos de Hermione.
Harry estaba adentro del Gran Comedor con los demás estudiantes. Estaba camuflado mientras sus amigos lo cubrían ante la ira de Severus.

Los chicos no habían escuchado nada hasta que se acercaron peligrosamente a las grandes puertas que los separaban.

–parece que a pesar de sus exhaustivas estrategias de defensa aún tiene un pequeño problema de seguridad, Director.–habló Harry con un tono irónico.

En ese mismo instante, las puertas del comedor se abrieron de par en par, dejando ver a la Orden dar unos pasos hacia delante.
Ron se aferraba de la mano de su amada, quien también presionaba su agarre.
Todos tenían sus varitas en alto, dispuestos a pelear ante cualquier tipo de ataque.

–me temo que es bastante grande.–agregó el azabache.–que agallas de tomar su lugar. ¡Dígales lo que pasó esa noche! dígales como lo miró a los ojos, al hombre que confió en usted y lo mató.–

Dolor y rencor es lo que había en el corazón del elegido. Estaba tan afectado por la pérdida del gran hombre que lo había ayudado en cada aspecto de su vida.

Snape lo miró por unos segundos que parecieron eternos. Sacó su varita y lo apuntó con ella, pero antes de que siquiera pensara en algo, McGonagall intervino empujando a Harry hacia un lado y siendo ella quien apuntaba con su varita al director.

No fue necesario más tiempo para que ambos adultos comenzaran un duelo de hechizos bastante poderosos. McGonagall fue quien ganó, y el perdedor se transformó en una nube de humo negro y salió volando por la ventana.

–¡cobarde!–gritó Minerva para luego prender las antorchas y todos celebraran la victoria.

Pero su alegría no duró demasiado, porque a Harry comenzó a arderle su cicatriz de forma punzante.
Una chica comenzó a gritar de una forma desgarradora, seguida de otra que también lo hacía de aquella manera.
El fuego de las antorchas se esfumó y una voz comenzó a resonar en la cabeza de todos.

"Se que muchos querrán pelear. Incluso algunos pensarán que pelear es sensato, pero es una locura. Entreguen a Harry Potter, háganlo y nadie saldrá lastimado. Denme a Potter y dejaré a Hogwarts intacto, dénmelo y todos serán recompensados. Tienen una hora".

El fuego desaparecido volvió a su respectivo lugar y todas las miradas se posaron en el azabache.

–¿qué están esperando? ¡Qué alguien lo atrape!–gritó Pansy Parkinson.

Los ojos de Anne desprendían furia hacia la que consideraba una buena serpiente, pero rápidamente se calmó al recordar que tanto sus padres como el de muchos de los Slytherin corrían peligro al ser parte del séquito de Voldemort. Eso llevaba a sus hijos a actuar de aquella manera desesperada para salvar a sus padres. Ella en cierta forma los entendía.

Ginny se posicionó delante de su novio, en un intento de protección. Sin duda esa muchacha tenía bien merecido su puesto en Gryffindor, era muy valiente.

–¡estudiantes fuera de la cama!–exclamó Filch mientras corría, intentando acusar a los jóvenes como amaba hacerlo.–¡estudiantes fuera de la cama! ¡hay estudiantes en el comedor!–

–tienen permiso de estar fuera de la cama, idiota.–escupió McGonagall algo cansada del celador.

–oh. Lo siento, profesora.–se disculpó el hombre al percatarse de lo que sucedía a su alrededor.

–pero resulta, Señor Filch, que su aparición es muy oportuna. Escuche, me gustaría por favor que escolte a la señorita Parkinson y al resto de Slytherin fuera de esta sala.–pidió la mujer.

–¿exactamente dónde quiere que los escolte, profesora?–preguntó Filch.

–al calabozo, por favor.–sentenció con firmeza.

Las demás casas aplaudían y celebraban mientras las serpientes eran retiradas.

Por fuera parecía un castigo, pero McGonagall no solamente lo hacía por eso, si no que ella era consciente de la situación que vivían los padres de la mayoría de los alumnos de dicha casa. Ella no quería que los jóvenes sufrieran al ver a sus padres atentando contra su propia escuela ni que vieran la escena de sus padres posiblemente muertos.

–supongo que tienes razones para regresar, Potter.–le dijo la mujer.–¿qué necesitas?–

–tiempo, profesora.–pidió casi con súplica.–todo el que pueda darnos.–

–has lo que tengas que hacer. Aseguraré el castillo.–anunció Minerva.

Harry se había girado para irse con los demás, pero fue interrumpido por McGonagall una vez más.

–Potter.–lo llamó y el aludido se volteó a verla.–que gusto verte.–

–eso digo yo, profesora.–sonrió y se acercó a sus amigos para finalmente irse de allí.

Tenían una tarea que realizar. Finalmente la guerra mágica había llegado y esto abrumaba a más de uno.
Les esperaba cosas terribles y ellos lo sabían.








lo supe desde que te vi//Ron Weasley-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora