Just come home

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Where's My Love - SYML

Es casi ley, los amores eternos, son los más breves.

Mario Benedetti

Tiempo después, un día, al llegar a casa, decidí que no podía seguir teniendo las cosas de Hope en mi habitación como si nada, que debía tenerlas en un sitio que no estuviese a la vista.

Compré una caja azul y verde con flamencos rosas y metí todas las cosas que habían sido de Hope y mías.

El gran problema fue cuando se me ocurrió rociar el perfume que siempre había llevado para él dentro de la caja.

Fue como si todas las emociones se entremezclaran y rebotasen de un lado a otro en la habitación.

Empecé a sollozar.

Al principio el llanto fue casi imperceptible para cualquiera que se pudiese encontrar cerca, y es que no quería respirar porque iba a aspirar mi perfume y a su vez, los recuerdos en los que yo lo llevaba puesto.

Pero fue algo inútil; todo me golpeó de repente y me hizo caer al suelo con los pies cruzados y viendo todos los objetos que había metido allí dentro.

Incluso una camiseta que me habían regalado hacía poco de los Beatles.

Pero quien me la regaló no sabía que yo estaba enamorada de un chico que había muerto antes de siquiera decirle que lo amaba. De un chico que me había prestado su propia camiseta y que yo me había puesto en su casa mientras nos besábamos y éramos libres de todas nuestras obligaciones.

Metí el perfume para no volver a olerlo, pero también metí los pintalabios que había usado; el que llevé las dos primeras veces que nos besamos y que dejó restos en su rostro, y el que me compré que era difícil de quitar para que nadie tuviese pruebas de que nos queríamos te quería con locura, Darling.

El collar que compré pero que luego él me «pagó» al darme lo que costaba.

Algunos borradores de papeles que le había dado e incluso de la carta.

La pulsera que me regaló y que él pensaba que era horrible pero que la llevé durante todo el tiempo que estuvo vivo.

Un parche y un llavero que me habría regalado una vez de improvisto porque a mi vez yo le había regalado algo parecido anteriormente.

Los dibujos que me había hecho, y todo lo poco que me quedó de él.

Todo lo guardé ahí, Darling.

El problema era que esas cosas eran de una persona que ya no vivía.

Porque llegó un punto en el que mi subconsciente había ido escondiendo a Hope de mí; al no saber de él diariamente como había estado acostumbrada, en algunos momentos lúcidos del día dejé de pensar que había existido. Y empecé a creer que lo había creado yo misma en mi cabeza.

Pero aquel día, mientras miraba con miedo las cosas que habían sido mías nuestras, supe más que nunca que habías sido real, Darling.

Y eso fue lo último que necesité para echarme a llorar.

Le mandé un mensaje a mi madre mientras yo conseguía levantarme del suelo y me colocaba en la silla frente al escritorio.

Mi madre llegó muy deprisa, mientras yo empezaba a lamentarme entre sollozos y lagrimones todo lo que habríamos podido ser.

Darling, tuve que decirle a mi madre que «ojalá nunca te hubiese conocido» mientras me abrazaba las piernas y ella intentaba buscar las palabras adecuadas con rapidez.

Pero no las encontró.

Lo único que pudo hacer mi madre fue acariciarme el pelo mientras yo luchaba por poder vocalizar entre lágrimas.

Le estaba implorando a mi madre que desearía no haberte conocido, pero a la vez convenciéndola de que eras la persona más maravillosa que había conocido en mi vida.

Porque a veces preferiría haberme muerto yo antes de conocerlo a tener que verlo a él marchar.

Justo como estaba sucediendo.

Cuando te hacen daño de la misma manera que a mí, sientes que todo lo que hay dentro de ti va a explotar por los aires, empezando por el estómago.

Y a la vez, sientes que no tienes nada dentro, que estás vacío.

Me imaginé que me enamoraría de él tarde o temprano, porque me fascinaba todo lo que él representaba, pero lo que no pensé fue que la estancia de Hope en mi vida tenía día de llegada y hora de vuelta.

Desgarrándome parte del corazón, dejando un hueco, el mismo que yo me había encargado de hacerle cuando apareció en mi vida y él empezó a demostrarme más que muchas personas que llevaban años a mi lado pero que me hacían sentir sola aun teniéndolas al lado.

Y es que su voz me envolvía de manera que jamás me dejaba caer en la soledad.

Me envolvía.

Así, conjugado en pasado.

A veces me preguntaba cómo era mi vida antes de él.

Y me alegraba el no acordarme de la respuesta.

Y a la vez me daba miedo que sucediese después de él, que no supiese qué había tras su marcha.

Y a la vez me daba miedo que sucediese después de él, que no supiese qué había tras su marcha

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Till There Was You: Every Now and Then (Spanish Version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora