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Ah, no hay nada como la emoción de ver mi bañera casi llena. Las almas de todas esas personas, atrapadas para siempre, flotaban en el agua encantada como si supieran que no había escapatoria. Pero hoy... hoy era un día especial. Hoy, entre todas esas almas, había una más que brillaba con intensidad: **Fred Jones**.

—¡Scrappy, suéltame! —me gritaba su alma desesperada, intentando sin éxito liberarse de la prisión que era el Daemon Ritus.

Me acerqué a la bañera y, con un pequeño gesto de mi pata, dejé caer su alma en ese océano de condenados. Escuchaba las voces de auxilio, los gritos que siempre me provocaban una sonrisa. Me encantaba escucharlos suplicar. La luz del sol estaba completamente bloqueada por las cortinas pesadas; no quería que esas almas vieran un atisbo de esperanza. Pero el clamor de Fred era más molesto de lo normal, así que lo ignoré deliberadamente mientras me acercaba a la pared.

Una foto de **Mystery Inc.** colgaba del corcho frente a mí, con los rostros sonrientes de mis antiguos "amigos". Tomé un marcador y marqué una enorme **X** roja sobre la cara de Fred.

—Muy bien, Fred. Ya estás tachado de la lista —murmuré, colgando de nuevo la fotografía en su lugar.

Me di la vuelta, completamente satisfecho, y me dirigí a mi oficina. Tenía trabajo que hacer. Encendí la computadora y me puse a investigar sobre los otros miembros del equipo. No podía permitirme ningún error esta vez. Quería saber exactamente dónde estaban, qué hacían y cómo me aseguraré de que todos caigan uno a uno.

Mientras navegaba, un sonido agudo me interrumpió. Provenía de mi mochila. Me acerqué y saqué el teléfono de Fred. La sonrisa se me ensanchó al recordar que había cambiado su lector de huellas digitales. Ahora era mío, como todo lo demás.

Lo desbloqueé fácilmente y comencé a revisar su contenido. Fotos de él con **Daphne**, muchas fotos... Era obvio que esos dos no habían perdido el tiempo desde los viejos días. Había una cierta ternura en algunas imágenes que me hizo rodar los ojos. Pero bueno, **ni hijos tenían todavía**. Los vi felices en sus momentos compartidos, pero lo que más me interesaba eran los mensajes.

De repente, el teléfono vibró con un mensaje nuevo. Era de **Daphne**.

—"¡Fred! Estoy tan contenta por tu logro, te lo mereces."

Fingí ser Fred, escribiendo un simple "Gracias, Daph. Sí, ha sido divertido". Tenía que hacerlo con calma, no podía levantar sospechas.

Ella respondió rápidamente.

—"Me encantaría ir a una de tus próximas presentaciones, ahora que mis entrenamientos terminaron."

Mis ojos se iluminaron al leer eso. **Daphne** también estaría al alcance de mi venganza. La oportunidad perfecta.

—"Claro que sí, Daphne", escribí, con una sonrisa maliciosa en mis labios.Cerré el teléfono y observé una fotografía en mi escritorio. Era de **Zarkos**. **Él** sería el próximo en recibir una pequeña visita.

—Pronto, Daphne... pronto nos veremos, y tú también caerás —murmuré, con una risa baja que resonaba en la oficina.

La primera parte del plan había salido perfecta, y lo mejor aún estaba por venir.

VolveréWhere stories live. Discover now