61

10 1 0
                                    

Cerré los ojos por última vez, concentrándome en mi cuerpo original. La familiaridad y poder del Daemon Ritus me recorrieron, y sentí una electricidad recorrer mis venas cuando volví a abrir los ojos desde mi forma real. Aún así, no podía perderme la expresión de pánico en el rostro de N' Goo Tuana. Su rostro palideció al ver que el Daemon Ritus brillaba en mi pecho, y que, sin esperar, lo coloqué justo en el centro, ahí donde siempre había pertenecido.

"Oh, tranquilo, N' Goo," dije con voz suave. "Esta vez solo tiene un poco de energía." Recordé la primera vez que usé este artefacto y la adrenalina que había sentido mientras tomaba las almas. Pero esta vez, en lugar de perderme en la locura, sentí un control absoluto.

Comencé la transformación, despacio, casi con un placer frío. Mis brazos se alargaron, mis piernas crecieron, y sentí el peso de músculos nuevos formarse en mi pecho. Las patitas se estiraron, transformándose en manos gigantes con garras afiladas, y una cola fuerte se extendió detrás de mí. Mi cabeza, mientras tanto, se alargó, adquiriendo la forma de un cráneo poderoso, casi como un tiranosaurio.

Al ver mi nueva altura de más de dos metros y mi cráneo descomunal, N' Goo Tuana retrocedió hasta chocar contra el ring, sin siquiera atrever a decir una palabra.

"No te preocupes, esto es solo la cantidad de almas que he recolectado en los últimos cinco días. Más de la mitad del pueblo está en la bañera de mi casa ahora." Lo miré con diversión mientras la comprensión y el horror se filtraban en sus ojos.

Sin perder tiempo, salté al ring, aterrizando justo frente a él. Lo miré por un segundo antes de patearlo con toda la fuerza de mis nuevas piernas. Lo vi rodar por el suelo antes de detenerse al otro lado del ring. Se tambaleó mientras intentaba levantarse, balbuceando: "No... esto... no puede ser..."

"Claro que puede ser, N' Goo. No es lo mismo cuando te enfrentas a alguien de tu tamaño." Lo empujé con una mano, mandándolo hacia el otro extremo del ring.

Me acerqué de nuevo, sin prisa, y lo vi tratar de decir algo. "Es gracioso, N' Goo Tuana. Tú eras el más leal de todos," le recordé. "Fuiste tú quien sacaba las almas, quien cuidaba que el Daemon Ritus estuviera en su sitio. Me notificabas de cada movimiento de los chicos de Mystery Inc." De nuevo lo arrojé al suelo con un empujón, y esta vez cayó más fuerte.

Su voz salió apenas un murmullo mientras confesaba: "Tenía miedo de que... de que robaras mi alma..."

Me incliné hacia él, con un susurro cortante. "Te ofrecí un alto puesto, N' Goo, pero lo rechazaste. Pude haberte dado un continente propio, pero decidiste patearme en el suelo cuando ya no tenía poder, en vez de ayudarme."

Esta vez lo lancé contra las sillas del público. Su cuerpo chocó contra los asientos, y las sillas de metal se esparcieron por todas partes, con el sonido metálico resonando en el estadio vacío.

Me acerqué una vez más, la diversión desapareciendo mientras la sed de venganza crecía en mí. "Y ahora, es hora de que pagues por tu traición," dije con una sonrisa gélida, abriendo el Daemon Ritus frente a él.

N' Goo Tuana soltó un grito, sus palabras ahogadas en terror. "¡Noooo!" Fue su última palabra, un lamento desesperado antes de que el Daemon Ritus comenzara a absorber su alma, su energía fusionándose con mi cuerpo, alimentando cada músculo, cada fibra de mi ser.

VolveréWhere stories live. Discover now