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Seguí a Zarkos hasta el bar, pero esta vez no estaba usando el cuerpo de Titan. Ahora era Tom, mi otro "juguete" en este juego. Tom había estado en el bar desde antes de que comenzara la pelea, sentado en una mesa al fondo, fingiendo ser un cliente más. Para cuando Zarkos cruzó la puerta del local, ya tenía todo preparado.

Zarkos entró con el rostro todavía tenso, los recuerdos de lo que había pasado en los vestuarios claramente pesando sobre él. Se sentó con fuerza en una silla cerca de la barra, como si el peso de la humillación aún lo aplastara. Pidió una bebida con un movimiento brusco, ni siquiera esperando que el barman le ofreciera la carta.

Lo observé desde la distancia, fingiendo ser Tom, mi nuevo disfraz para esta parte del plan. Me levanté de la mesa y me acerqué lentamente, saboreando cada momento. Zarkos, sin saberlo, ya estaba cayendo en mis garras.

Cuando llegué a la barra, me apoyé casualmente, fingiendo que no lo había notado. Pero, claro, lo estaba observando de cerca. Sus manos temblaban ligeramente mientras sostenía el vaso, sus ojos oscilaban de un lado a otro, inquietos. Estaba asustado, lo sabía. Después de todo, había escuchado las palabras que Titan le dijo en el vestuario: *poder perruno*. Esa frase no era común. De hecho, solo una persona en todo el mundo la usaba. Yo.

Zarkos bebió un largo trago, como si tratara de apagar la ansiedad que lo devoraba por dentro. El barman, que estaba sirviendo otra ronda de tragos, se acercó a él con una sonrisa amable, pero profesional.

—Tengo que atender una llamada —le dijo al luchador, dándole una palmada en el hombro antes de alejarse. No parecía nada fuera de lo común.

Sin embargo, no estaba preparado para lo que ocurrió después.

El barman desapareció hacia la trastienda, pero no pasó mucho tiempo antes de que alguien más tomara su lugar. Una figura corpulenta y familiar se acercó detrás de la barra. Cuando la vi, una oleada de reconocimiento me recorrió. El nuevo tabernero que cubría el turno no era otro que **N' Goo Tuana**.

Mis ojos, los de Tom, se entrecerraron un poco, ocultando la emoción que bullía dentro de mí. Las cosas estaban poniéndose aún más interesantes.

VolveréWhere stories live. Discover now