76

2 0 0
                                    

Sentí el ardor infernal del gas pimienta invadiendo mis ojos. Un fuego abrasador, agudo y constante, como si cada célula en mis globos oculares se retorciera. Maldición, esa niña de lentes estaba dispuesta a todo, ¿no? Escuché sus pasos desesperados alejándose, intentando escapar. Pero eso no sucedería. No mientras yo pudiera dividir mi mente entre los cuerpos que he poseído. Cerré los ojos y entré en los de Zarkos, mi fiel luchador.

Pude ver a Vilma a través de sus ojos, su figura tambaleante corriendo hacia la salida. Un segundo más y estaba frente a ella, pero la condenada volvió a usar el gas pimienta, y otra vez tuve que cerrar los ojos, saltando de inmediato a otro cuerpo. "No me importa cuánto gas pimienta tengas, Vilma", murmuré con rabia. "Podré seguirte hasta el fin del mundo si hace falta".

Ella se giró, enfrentándome con determinación. "Entonces eso está por verse", dijo desafiante, sujetando un par de pinzas enormes con las que se abalanzó hacia mi pecho, intentando arrancar el Daemon Ritus.

Sonreí con superioridad mientras sentía cómo el metal de las pinzas se fragmentaba en mil pedazos al tocar el artefacto. "¿Qué está pasando?", preguntó ella, atónita. La miré y respondí con desprecio: "¿De verdad creíste que sería tan fácil?". Mis secuaces, los maestros y profesores que ya estaban bajo mi control, se acercaron lentamente a ella, acorralándola.

"¿Sabes cuánto he esperado para este momento? Veinte años... Veinte años estudiando cada error, cada detalle, para asegurarme de que esta vez todo salga perfecto". Abrí el Daemon Ritus, sintiendo cómo su poder comenzaba a activarse, y la energía oscura fluyó con fuerza desmedida. "Y ahora... es momento de cobrar mi venganza".

La fuerza se expandió desde mi pecho, envolviendo a Vilma y a los profesores, atrapándolos como moscas en una red. Uno a uno, absorbí sus almas. Las de los profesores, luego la de Vilma, pero aún sentía que no era suficiente. "Quiero más...", murmuré, aumentando la intensidad del Daemon Ritus, haciendo que el poder se expandiera a lo largo de toda la escuela. Cada persona que se encontraba en el edificio fue tragada por mi poder, como si un torrente invisible los arrastrara directo hacia mi interior, uniéndose a las energías que ya había tomado.

Noté cómo mi cuerpo comenzaba a cambiar, al igual que en el ring, pero esta vez la transformación era aún más intensa. Sentí mis extremidades alargarse, cada músculo en mi cuerpo expandirse, fortaleciéndose con cada alma consumida. Mis manos ahora lucían diferentes, llenas de un poder oscuro que casi parecía tangible. Un detalle me hizo sonreír: mis manos, cubiertas por esta nueva energía, tenían la capacidad de liberar ondas de puro poder. 

Era un efecto del Daemon Ritus, su beneficio oscuro fusionado conmigo en cuerpo y maldad.

Me reí con satisfacción mientras un impulso eléctrico recorrió mis brazos y dejé que el poder explotara, liberando una descarga que hizo estallar las bombillas del gimnasio. En la penumbra, rodeado de sombras y con mi cuerpo transformado, pude sentir la victoria cerca, como nunca antes.

VolveréWhere stories live. Discover now