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La noche de la pelea llegó, y mi emoción crecía a cada segundo. Sabía que Zarkos no tendría idea de lo que estaba por suceder. Me deslicé entre las sombras, sigiloso, aprovechando cada rincón oscuro para moverme sin ser detectado. Mi objetivo era claro: los vestidores. Allí, escondido entre los ductos de ventilación, encontré el lugar perfecto para observar sin ser visto.

A través de una rejilla, pude ver a Zarkos. Estaba tranquilo, cambiándose para la pelea, completamente ajeno a mi presencia. El muy idiota seguía con su rutina como si todo estuviera bajo control. Al otro lado, noté al luchador contra el que se enfrentaría: un tipo enorme y musculoso, de nombre "Titan", el favorito del público para esa noche. Pero eso no importaba. *Titan o Zarkos, da igual*, pensé. Mi venganza no distinguiría entre favoritos o traidores.

Esperé mi momento, observando desde las sombras, asegurándome de que no hubiera nadie más en los vestuarios salvo los luchadores. Además de Zarkos y Titan, otros tres tipos se encontraban allí, bromeando y relajándose antes de sus respectivas peleas. Sabía que el tiempo era perfecto para intervenir.

Cuando lo vi claro, salí de mi escondite de la nada, irrumpiendo en la sala con pasos firmes y decididos. Los luchadores voltearon de inmediato, sorprendidos. Sus miradas de incredulidad me llenaron de satisfacción.

"¿Cómo demonios se metió ese perro aquí?" —preguntó uno de ellos, claramente desconcertado. Otro dio un paso atrás, como si no pudiera creer lo que estaba viendo.

Con una sonrisa malévola en el rostro, avancé hasta quedar frente a Titan, el próximo oponente de Zarkos. Lo miré directamente a los ojos, y con una voz que resonaba con autoridad, dije:

"Mi nombre es Scrappy-Doo."

Los ojos de los luchadores se abrieron aún más, pero antes de que pudieran reaccionar, saqué el Daemon Ritus. El aparato brillaba con un resplandor inquietante, y sentí la energía vibrando en mis manos. Todos en la sala quedaron paralizados, incapaces de comprender lo que estaba sucediendo.

Con un tono frío y calculado, concluí: "Y hoy, yo estaré a cargo de la función."

Abrí el Daemon Ritus, dejando que su poder comenzara a desplegarse. Y entonces, el caos comenzó.

VolveréWhere stories live. Discover now