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Desde el espejo, me miré con una sonrisa, admirando cómo el reflejo mostraba la imagen que había creado: algo aterrador y perfecto para la ocasión. Alrededor de mi cuello colgaba un collar de picos, y un par de muñequeras reforzaban la apariencia que buscaba. Mis piernas, ahora mucho más largas, estaban cubiertas por unas bermudas negras, y mis patas se ajustaban en unos tenis oscuros. Hoy iba a ser un evento especial, y tanto Zarkos como Daphne —la invitada especial de la noche— estaban por recibir una sorpresa. Nadie, ni siquiera ellos, sabían de la aparición del "Chacal", el luchador sorpresa.

Bajé la vista al Daemon Ritus, brillante en el centro de mi pecho. Su energía viva latía contra mí, poderosa, pero... algo más. Sabía que sólo yo podía quitármelo y, por un instante, pensé en mantener esta forma poderosa de dos metros, sentí el deseo de quedarme así. Pero no, aún necesitaba reunir más almas. Esta apariencia era buena para hoy, pero después necesitaría mi forma original.

Recordé que Zarkos estaba cerca de llegar, y salí de los vestidores por la puerta trasera. Lo vi en el pasillo, sorprendido por la cantidad de personas que se reunían en las gradas. Casi todos rostros nuevos, almas que aún no había absorbido. Perfecto. Observé cómo su mirada cambiaba de nerviosismo a alivio cuando uno de los luchadores de su equipo, un tipo llamado Rocky, le confirmó que Titan no lucharía esa noche. Eso lo animó, y a mí me encantó ver su exceso de confianza.

Esperé a que se fueran y regresé a los vestidores. Miré una última vez mi reflejo, satisfacecho con la imagen que proyectaba. Cerré los puños, sintiendo el poder resonar en cada músculo.

—Muy bien, —susurré—, es hora de la función.

VolveréWhere stories live. Discover now