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La información que descubrí de Vilma fue clara: solo estará en la ciudad hasta mañana. Eso significa que, a diferencia de lo que pasó con Daphne, esta vez tengo que actuar rápido, como lo hice con Fred. No habrá margen para errores ni tiempo de sobra; cada segundo cuenta.

Empecé a planear el sitio exacto de la feria, una pequeña escuela primaria a unos pocos kilómetros de aquí, un lugar fácil de controlar. Pero me surge la duda... ¿debería presentarme en persona o dejar que mis secuaces hagan el trabajo? Miro al Daemon Ritus y, por un momento, siento la energía palpitante en mi pecho, como si me advirtiera que es mejor estar preparado.

—Sí, es mejor prevenir que lamentar —susurro.

Chasqueo los dedos, y el Daemon Ritus responde. Veo cómo empieza a absorber almas, esas almas que robé anteriormente y que están a mi disposición. Los gritos surgen desde el fondo, cada alma llenando el artefacto y fortaleciendo su esencia, dándome el poder para enfrentar a cualquiera que intente detenerme, especialmente alguien que crea saber cómo vencerme. Esta vez no me tomarán por sorpresa.

Sonrío, sabiendo que la feria me dará una ventaja única: habrá más gente, niños y adultos, todos atrapados en ese lugar, a solo unos pocos kilómetros de distancia. Y con Vilma en medio de todo, atraparla será un placer.

Miro a Zarkos, Titan y el resto de los luchadores que he puesto a mi disposición. Son herramientas útiles, mucho más eficaces con un poco de control sobre sus acciones. Me cruzo de brazos y, sin ocultar la satisfacción en mi voz, les digo:

—Tengo un trabajo para ustedes.

VolveréWhere stories live. Discover now