Cap. LXI ojos de oceano "El Pocalipsis los poetas"

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La pelinegra notaba a la güera nerviosa desde la mañana, no dudó en ofrecerle una copa de vino, pues necesita confirmar lo que desde hace un par de semanas sospechaba, Ilse la bebió rápido y huyó en un intento desesperado por esconder sus emociones.

Las escaleras se volvían eternas y la mujer las subía a prisa, topándose en el camino con la rubia, en un intento aún más desesperado porque almar sus emociones, la besó, la beso con fuerza y de una forma apasionada, intentando esclarecer todo lo que su mente estaba formando, los besos se hicieron más intensos, comenzando a guiar a la mujer a su habitación, tal vez la pasión que dominaba hacía que mayte se diera a cada una de sus caricias, a diferencia de las veces anteriores que paraba antes de comenzar a intensificar la situación, Ilse Posada la mujer sobre la cama, colocándose sobre de ella devorando su cuello a besos, intentando saciar sus ganas y justo en ese momento después de ese beso apasionado, miró a está a los ojos, en su mente se proyectaron aquellos ojos azules, esos ojos de océano que solamente una hora antes le había robado el aliento, la güera se paró en seco haciendo que mayte recobrara la cordura y musitara.
May: Ilse, perdóname por ceder, pero sabes bien mis sentimientos, por favor no lo vuelvas hacer - intentaba recobrar el aliento, cuestionándose un poco todas las emociones que la mujer había causado unos instantes antes.

Ilse: discúlpame mi May, no sé qué me pasó - suspiraba intentando mantener la calma, se acercó a tomar su bolso y las llaves de la camioneta que habían rentado unas cuantas semanas atrás - creo que necesito salir a despejarme.
May: Ilse, por favor no te sientas mal, no se mi intención hacerte sentir así - la rubia se sentía avergonzada pues creía que la reacción de la güera se debía su rechazo, este se acercó tomando con sus dos manos sus mejillas, dando un beso en su nariz con ternura.
Ilse: no May, no te sientas mal, tú no hiciste nada malo, tú eres perfecta - le sonría con ternura y se despedía emprendiendo rumbo sin saber cuál sería el destino, no sin antes pasar a una licorería qué día antes la madre de Lara, le había recomendado.

Las fiestas patronales de San Cristóbal estaban en su punto, a diferencia de otros días en los que Valentina se encontraba pensativa y perdida en el espacio de su interior, hoy se encontraba más experta que nunca, la sonrisa que desde hace meses no adornaba su rostro con tanta sinceridad había vuelto a ella, Jano y Alondra se sentían aliviado de ver a su amiga feliz después de tantos meses, pues sabían que desde el día de su cumpleaños no sentía felicidad genuina, la separación definitiva de sus madres le estaba afectando aunque no quisiera admitirlo, Emilio Que era el más rebelde del grupo, tuvo uno de sus brillantes aventuras en la mente, de esas que tanto te la Pelinegra y en las que más de una ocasión Valentina había terminado envuelta.
Emilio: ¿ y si vamos a Progreso ? - todo se quedaron sorprendidos ante la propuesta del joven, - por acá cerca pase un autobús que lleva directo a puerto Progreso - la propuesta tentadora pero una de las jóvenes se acordó de la condición que su madre le había puesto a Valentina.
Lara: está muy linda la propuesta, pero se te olvida que la madre de vale tiene nuestra ubicación en tiempo real, además de qué tiene que regresar a su casa antes de las tres, ya casi mediodía, sin contar que de aquí a Progreso son dos horas y de regreso es lo mismo - Emilio ponía los ojos en blanco blanco, mostrando desacuerdo con la opinión de Lara.
Emilio: eres un aguafiestas, sólo digo que se está poniendo aburrido, además no tiene nada de malo que nos escapamos un rato, como si fuera la primera vez que Valentina se escapa - la menor solamente escuchaba con atención la discusión entre sus dos amigos, sin opinar pues no quería que nada opacará el momento de felicidad que había vivido hace un par de horas.
Lara: sí pero la verdad, se ve que la señora Mayte, es aún más estricta que su mamá Ivonne - y es que en eso tenía razón Lara, la rubia solía ser más severa con sus castigos.
Zoé: ¿ y si apagas tu teléfono? - Todos miraban a la joven que había tomado la palabra - mi hermano una vez lo hizo, apagó su teléfono y su ubicación quedó como si estuviera en el último lugar que estuvo cuando se apagó, cualquier cosa te quedaste sin batería - Todos estaban sorprendidos de las palabras de Zoé, pues en el grupo de amigos después de Valentina solía ser la más tranquila.
Aquellos jóvenes que sin medir las consecuencias llevaban acabo se plan casi perfecto, ese donde el mar y la arena eran incluidos.

La historia de un amor (Mayfer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora