"ENTRE CRUZADOS"

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Elías y Matteo se sentaron en la roca, mirando el océano que se extendía ante ellos. La llovizna caía suavemente, añadiendo un matiz melancólico al paisaje.

-¿Te gusta venir aquí? -preguntó Matteo, mientras observaba las olas.

-Sí, me gusta. Es tranquilo -respondió Elías, forzando una sonrisa.

-¿Por qué estás tan callado? -inquirió Matteo, notando el tono apagado en la voz de Elías.

-Solo estoy pensando en cosas -tratando de parecer más animado.

-¿En qué cosas? -preguntó Matteo, curioso.

-nada importante.

-¿Es por lo que tenía hambre? -Dijo, con un tono triste.

-No, eso no.

-Ah, entonces...¿Que?.

Matteo se paró al borde del acantilado, mirando hacia el vasto océano gris que se extendía bajo un cielo nublado. Su figura se recortaba contra el fondo sombrío, mientras Elías se recostaba en el pasto, sintiendo el peso de las palabras de Valeria.

El intentó concentrarse en el sonido de las olas rompiendo contra las rocas, pero las lágrimas empezaron a caer. Se dejó caer en el suelo, el pasto húmedo empapando sus ropas. Los sollozos lo sacudían mientras su mente repetía las palabras de Valeria: "Si no haces algo con Matteo, le contaré a Alexander."

-No sé qué hacer -murmuró Elías entre sollozos, sintiendo la desesperanza apoderarse de él.

Matteo se dio vuelta, notando el dolor de Elías, y caminó de regreso hacia él. .

-¿Por qué estás llorando?

-Hay cosas que... que no puedes saber.

-Puede ser que tenga nueve años...pero -dijo, tratando de consolarlo-. Estoy aquí para ti.

-A veces siento que todo se desmorona, que no hay forma de arreglar las cosas.

-Lo sé -dijo Matteo-. Pero me tienes que mi, yo soy muy bueno escuchando.

-Lo siento por no ser más fuerte.

-No tienes que disculparte, yo te quiero así -abrazándolo.

Al volver al castillo, Matteo cargaba con entusiasmo una canasta de naranjas, su cara radiante con una sonrisa de satisfacción. Elías lo seguía, su expresión aún marcada por la tristeza, pero con una leve chispa de esperanza en sus ojos.

Al llegar al vestíbulo del castillo, Valeria levantó la vista y sus ojos se encontraron con los de Elías. Un instante de conexión silenciosa pasó entre ellos, y Valeria esbozó una sonrisa cálida. Sabía que el tiempo se estaba agotando y que las circunstancias no eran las mejores, pero en ese momento, la simple presencia de Matteo y Elías, y la posibilidad de encontrar algún tipo de normalidad, le daba un respiro de calma en medio del caos.

Valeria se acercó a ellos con un gesto de bienvenida, su sonrisa siendo un recordatorio de que, a pesar de todo, había momentos de paz que podían ser apreciados. Elías, con una mirada cansada pero reconociendo el gesto amable de Valeria, le devolvió la sonrisa.

-¿Cómo estuvo el paseo? -preguntó Valeria mientras ayudaba a Matteo a poner la canasta en una mesa.

-Fue... refrescante.

Matteo, aún emocionado por las naranjas, comenzó a sacar algunas de la canasta, compartiendo las frutas con todos. Valeria tomó una naranja y se la ofreció a Elías, quien la aceptó con un gesto agradecido.

-Sabes -dijo Valeria mientras se acomodaba en una silla-, a pesar de todo, hay cosas buenas. Y siempre podemos encontrar consuelo en esas pequeñas cosas.

Young hearts: The Last Love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora