"BIENVENIDOS A MI MUNDO"

104 11 13
                                    

El convoy avanzaba con dificultad por el terreno rocoso, rodeado por los ecos de los motores y el constante traqueteo de las ruedas sobre piedras y escombros. Charlotte, al frente de la caravana, lideraba a su grupo con determinación, mientras que Valeria y los demás se mantenían atentos. Las montañas alzaban sus cumbres grises y desgastadas por el viento y la radiación. El refugio que mencionaba Charlotte, escondido en medio de ese paisaje desolado, parecía estar a la vuelta de la esquina.

—Estamos cerca —dijo Charlotte, mirando hacia atrás, hacia Valeria.

Valeria asintió, pero la ansiedad en su rostro era palpable. Tras lo ocurrido con la bestia y los militares, el grupo estaba exhausto, y Elias, a pesar de las atenciones de Alexander, apenas lograba mantenerse en pie.

Finalmente, al dar la última curva, se encontraron frente a lo que parecía ser una fortaleza improvisada. Muros altos, construidos con restos de autos y chatarra, se alzaban entre las rocas, rodeando lo que a simple vista parecía una pequeña aldea. Las casas estaban hechas de materiales reciclados, con techos improvisados de láminas de metal, y las tiendas de armas y sistemas de defensa se destacaban a ambos lados del camino principal. En el centro, una enorme cabina de avión emergía de la tierra, su estructura rota e imponente, y en las montañas más allá, las alas del avión estaban incrustadas en las rocas como monumentos silenciosos de un desastre antiguo.

—Bienvenidos a "Between" —anunció Charlotte, con una mezcla de orgullo y seriedad—. Es un refugio construido por los supervivientes de este caos. Cuando el avión se estrelló aquí, muchos murieron, pero los que quedaron construyeron esto alrededor de sus restos. Así sobrevivivieron a las oleadas y al frío de las noches.

Valeria observaba el lugar con asombro, tratando de imaginar cómo habían logrado organizarse en medio de tanta destrucción.

—¿Cuántos son? —preguntó.

—Cerca de docientas ahora —respondió Charlotte—. Cuando me encontraron vagando por los campos de Catania, apenas estaba viva. Me salvaron, y desde entonces aprendí a sobrevivir aquí, a ser parte de algo más grande.

Valeria la miró en silencio, una sonrisa leve apareciendo en su rostro.

—Te ves diferente... más fuerte. —Valeria no pudo evitar sentir una extraña sensación en su estómago, como si las mariposas hubieran regresado.

Charlotte le devolvió la sonrisam

—Todos cambiamos en este mundo. —Hizo una pausa, viendo cómo Valeria la miraba de manera inquisitiva—. ¿Qué pasa?.

—Nada —dijo, con un tono travieso—. Solo pensaba... seguro que encontraste a alguien en medio de todo este caos.

Charlotte se rió.

—¿Amor? —dijo, sacudiendo la cabeza—. Con todo lo que ha pasado, el amor es lo último que ha cruzado mi mente.

Valeria sonrió de nuevo, pero sus ojos revelaban una mezcla de nostalgia y melancolía. Charlotte, al verla, también sonrió, sus miradas conectándose brevemente, como si estuvieran reviviendo momentos de un pasado lejano.

Mientras esto ocurría, Alexander observaba a los hombres que escoltaban a Charlotte. Eran duros, con expresiones serias, claramente curtidos por las batallas y la miseria del apocalipsis. Uno de ellos, un hombre alto con la cabeza rapada, tenía un tatuaje que rezaba "Muerte a los infectados". Alexander sintió una oleada de tensión. Sin decir una palabra, atrajo a Elias más cerca de él, asegurándose de que las venas negras de su cuerpo si estuvieran bien cubiertas por su abrigo. Sabía que si descubrían su condición, podrían estar en peligro.

El grupo entró en la aldea, donde los supervivientes se reunían para ver a los recién llegados. Hombres, mujeres y niños observaban con una mezcla de curiosidad y desconfianza. Matteo, que hasta ese momento había permanecido quieto, se aferró con fuerza a Alexander al ver que no era el único niño en el mundo. Los otros niños, aunque igualmente sucios y delgados, jugaban en la distancia.

Young hearts: The Last Love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora