"TIRADORES"

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Alexander se despertó en el sofá, sintiendo el cuerpo entumecido después de una noche incómoda. Abrió los ojos lentamente, y lo primero que vio fue a Charlotte y Valeria, dormidas juntas en el otro sillón más grande. Valeria tenía la cabeza apoyada en el regazo de Charlotte, quien tenía un brazo alrededor de ella.

Giró su cabeza hacia la cama, y su mirada se suavizó al ver a Elías acostado al lado de Matteo, abrazándolo con ternura. Matteo estaba profundamente dormido, con una expresión de paz que le hacía parecer más pequeño de lo que realmente era. Alexander los observó durante unos segundos, sintiendo una mezcla de emociones. Se acercó lentamente, sin hacer ruido, y con suavidad depositó un beso en la mejilla de Matteo. Cuando miró a Elías, dudó por un instante. Sabía que el todavía estaba enfadado, así que se limitó a observarlo en silencio antes de apartarse, temiendo molestarlo si intentaba más.

Suspirando, se levantó y caminó hacia el baño para refrescarse. Se mojó la cara y, al salir del baño, decidió tomar aire. Abrió la puerta del búnker con la tarjeta de su traje y salió al exterior, frotándose los ojos por la luz del sol que lo recibió de golpe. El calor era reconfortante en comparación con la oscuridad y frialdad del refugio.

A lo lejos, escuchó pasos acercándose y, al mirar hacia la entrada, vio a un chico alto y delgado acercándose. Tenía el cabello corto y oscuro, y una sonrisa fácil. Se presentó con un saludo amistoso.

—¡Hey! No tuve oportunidad de saludarte antes—dijo el chico, extendiendo la mano—. Soy Santiago. Parte de él grupo de caza N°2.

Alexander le devolvió el saludo, estrechando su mano con firmeza.

—Soy Alexander. ¿Así que cazador?—preguntó con curiosidad mientras ambos comenzaban a caminar juntos.

Santiago asintió, riendo un poco. —Sí, es algo que hacemos en grupos aquí. Hay dos grupos de cazadores: uno que se encarga de los animales, y otro de los caminantes. Controlar la cantidad de muertos vivientes en la zona es vital para nuestra seguridad. Nos turnamos para mantener el área bajo control.—

—Interesante. ¿Y cómo deciden quién va a cazar qué?— preguntó Alexander, interesado en cómo funcionaba la organización en ese lugar.

—Es algo voluntario—respondió Santiago—. Si te sientes más cómodo cazando animales, te unes a ese grupo. Si prefieres enfrentarte a los caminantes, te unes al otro. Ambos son peligrosos, pero de maneras distintas.

Caminaban lado a lado a través del campamento, pasando por tiendas y fogatas encendidas. El aire estaba impregnado de humo y olor a tierra húmeda.

—Entonces, ¿cómo me uno a esto de los cazadores?— preguntó Alexander,

—Bueno, no es tan complicado como suena—, dijo, ajustando su mochila. —Los cazadores somos la primera línea de defensa. No solo nos encargamos de recolectar suministros, también eliminamos cualquier amenaza antes de que se acerque demasiado al campamento. Caminantes, mutantes, lo que sea.

Alexander asintió, curioso. —¿Y qué necesito para ser parte de eso?—

Santiago se detuvo un momento y lo miró de arriba a abajo, como evaluándolo. —Primero, tienes que estar dispuesto a arriesgar tu vida, porque en este trabajo no hay segundas oportunidades. Segundo, necesitas saber moverte rápido, pensar rápido y, lo más importante, confiar en tu equipo. Aquí nadie sobrevive solo.

—Eso lo tengo claro—, respondió Alexander, cruzándose de brazos. —¿Y cómo es la zona? ¿Qué hay alrededor?—

Santiago señaló con la cabeza hacia el horizonte, donde se alzaban colinas y bosques oscuros.

Young hearts: The Last Love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora