"CRISTIAN"

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Alexander y Elias se encontraban un poco alejados del grupo, en una pequeña área del bosque. El mediodía les daba una breve tregua del frío que había sido su constante compañero durante todo el viaje. Los demás estaban cerca, alrededor de una fogata, discutiendo los últimos detalles del ataque al búnker B-10. Pero en ese momento, la mente de Elias estaba en otra parte.

Sentado en una roca con los ojos fijos en el suelo, no podía apartar sus pensamientos del niño que no veía en meses. Sentía un nudo en el estómago que no tenía nada que ver con el hambre o los bebés.

—¿Y si... —dijo, rompiendo el silencio— y si Cristian no me reconoce? No lo hemos visto en tanto tiempo, Alexander. Él era tan pequeño cuando lo abandonamos. —Sus manos temblaban ligeramente—. ¿Y si no quiere volver con nosotros? ¿Y si ya... ya no soy su padre en su mente?

Alexander, que estaba de pie a su lado, lo observó con cuidado. Sabía que este miedo había estado comiéndolo desde que partieron hacia el búnker. Se agachó lentamente, quedando a la misma altura que él, y le puso una mano en la rodilla, buscando su mirada.

—Elias —dijo suavemente —, Cristian siempre será tu pequeño. No importa cuánto tiempo haya pasado, ni qué cosas horribles haya tenido que enfrentar. Tú y yo hemos luchado tanto para rescatarlo, y cuando lo tengamos de vuelta, él lo sabrá.

—Pero... ¿y si no lo entiende? ¿Si piensa que lo abandonamos?

Alexander negó con la cabeza, apretando la rodilla de Elias con un poco más de fuerza.

—Cristian sabe que nunca lo abandonamos. Es un niño, pero no es tonto. Sabe lo que hicimos por él, lo que estamos haciendo ahora. Quizás haya pasado tiempo, pero cuando lo veamos, lo primero que verá será el amor que aún le tenemos. Eso no se olvida tan fácil.

Elias suspiró, sintiendo el peso de la incertidumbre en su pecho. Miró de nuevo hacia el grupo alrededor de la fogata, sabiendo que estaban en las últimas etapas del plan. Pero el miedo persistía.

—¿Y si... no puedo ser el padre que él necesita? —preguntó en voz baja—. ¿Qué pasa si ya no soy suficiente para él?

Alexander se levantó, dándole un pequeño tirón en el brazo para que lo siguiera. Cuando ambos estuvieron de pie, Alexander lo miró a los ojos, tomando su rostro con ambas manos.

—Elias, has sido el mejor padre que cualquiera podría tener, incluso en este maldito lugar. No hay manual para esto, para todo lo que hemos pasado. Pero siempre estuviste ahí, siempre luchaste. ¿Recuerdas cómo eras cuando lo dejamos? Nunca dejaste de luchar por el, ni por un segundo.

—Es que... no puedo dejar de pensar en todo lo que podría haberle pasado. En lo que él... podría haber sufrido en manos de Alexandra.

Alexander bajó las manos, tomando las de Elias entre las suyas.

—Es lo que más duele, lo sé. Pero vamos a encontrarlo, amor. Vamos a estar allí para él, como lo hemos estado siempre. Y cuando lo tengamos de vuelta, haremos lo que sea necesario para que se sienta amado, seguro.

—No puedo perderlo de nuevo, Alexander. Ya lo eh perdido demasiado.

—No lo vamos a perder. Este es el último tramo, llegamos hasta aquí, hemos hecho todo lo posible. Y vamos a salir de este bosque con Cristian, te lo prometo.

—¿Y si... él ha cambiado? —preguntó en voz baja—. ¿Si ya no es el mismo?.

—Todos hemos cambiado...Ninguno de nosotros es el mismo desde que todo esto comenzó. Pero eso no significa que no podamos ser una familia. Cristian ha pasado por mucho, sí, pero nosotros también. Y cuando estemos juntos, cuando vea cuánto lo amamos... las cosas empezarán a sanar.

Young hearts: The Last Love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora