"QUE ARDA EL MUNDO"

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El sol se filtraba entre las hojas, creando patrones de luz y sombra en el suelo del bosque. Elías se detuvo un momento, dejando que la brisa acariciara su rostro. Era un alivio sentir el viento de nuevo, después de cuatro días atrapado en la desesperación. Valeria caminó a su lado, notando su semblante pensativo.

—Elías, he estado pensando —comenzó, rompiendo el silencio—. Hay una isla cerca de la península. Noah la encontró con el radar. Podríamos ir allí, parece un lugar seguro, con buena agua y suficiente comida. Podríamos sobrevivir hasta que todo esto pase.

Elías frunció el ceño, su mente resistiéndose a la idea.

—¿Alejarme tanto? —preguntó, su voz temblando ligeramente—. No sé si puedo hacer eso.

Valeria se detuvo, mirándolo directamente a los ojos.

—Entiendo que estás preocupado por Alexander, pero… ¿qué pasaría si lo que sentimos por él no tiene sentido? La situación es peligrosa. Él podría estar… no sé…

—No puedo simplemente olvidarlo, Valeria —respondió, con un nudo en la garganta—. No después de todo lo que hemos pasado juntos. No puedo dejar de pensar en él.

—Elías —insistió Valeria, su tono más suave—. A veces, aferrarse a alguien solo duele más. Lo que pasó entre ustedes fue hermoso, pero ahora hay que ser prácticos. No podemos quedarnos aquí, esperando que todo se resuelva.

Elías bajó la mirada.

—Lo sé… pero no puedo dejar de sentir que aún hay algo por lo que luchar. No sé si Alexander me ama, pero si lo hace, quiero estar aquí cuando ese amor regrese.

Valeria suspiró, comprendiendo su dilema. Se acercó un paso más, poniendo una mano en su hombro.

—No tienes que hacerlo solo, Elías. Si decides quedarte, estaré contigo. Pero no podemos quedarnos aquí para siempre.

—No puedo dejar de esperar, Valeria. No puedo.

—Está bien. Pero prométeme que no dejarás que esa espera te consuma.

Elías asintió lentamente, aunque su mente seguía atrapada en un torbellino de emociones.

—Prometo que lo intentaré...Valeria, quiero mostrarte algo... algo que nadie más ha visto, bueno...dejando de lado a Matteo —dijo Elías, mientras observaba cómo una enorme criatura emergía lentamente de las cuevas frente a ellos.

Valeria retrocedió un paso, sus ojos llenos de terror.

—¿Qué... qué demonios es eso?.

Elías alzó una mano en señal de calma mientras la criatura avanzaba, obedeciendo.

—No tengas miedo —dijo con serenidad—. No es como los caminantes. Esta tiene conciencia... me obedece.

Valeria lo miró sorprendida, sin apartar la vista del ser frente a ella.

—¿Conciencia...?.

Elías asintió lentamente, acercándose aún más a Blanqui.

—Sí, puede pensar, sentir, y protegerme... no como las otras criaturas. No haría daño a menos que yo lo ordene. —Elías acarició ligeramente la piel pálida del mutante, y este respondió inclinando la cabeza hacia él.

Valeria seguía paralizada, pero poco a poco, el miedo se transformaba en algo más.

—Es increíble..., ¿cómo es que... cómo lograste controlarlo?.

—He pasado semanas con esto, desarrollando mis habilidades... es parte de mí ahora —respondió Elías, con una ligera sonrisa en su rostro—. Nunca te haría daño, Valeria. Y él tampoco.

Young hearts: The Last Love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora