"TUS SUAVES BESOS"

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Alexander acomodó a Elías con cuidado sobre la cama en el depósito de la vieja alcaldia, asegurándose de que estuviera lo más cómodo posible.

El sudor frío aún perlaba su frente, pero su respiración era más estable ahora, después de todo lo que habían pasado. Lo cubrió con una manta mientras acariciaba su mejilla, preocupado pero agradecido de que, al menos por ahora, estuviera a salvo. A su lado, Matteo observaba en silencio, nervioso, aferrando con fuerza la chaqueta de Alexander.

—Va a estar bien, te lo prometo. —le dijo Alexander.

En ese momento, Bob y Max entraron en la habitación, intercambiando miradas serias con Alexander. .

—Tenemos que planificar lo que haremos ahora. —dijo Bob, apoyándose en la pared mientras limpiaba el sudor de su frente—. La camioneta está lista, pero no podemos salir de Catania sin pensar bien en nuestro próximo movimiento.

—Es cierto. —añadió Max, con un tono más relajado pero aún preocupado—. Podemos intentar salir por las montañas, evitar las rutas principales, pero eso nos llevará días, y estamos cortos de provisiones.

Noah asintió desde el rincón, donde había estado revisando algunos mapas antiguos que habían encontrado en el depósito.

—Las carreteras están llenas de soldados de Alexandra, bandalos y caminantes. No hay manera de salir sin enfrentarnos a uno u otro. Pero si tomamos los caminos secundarios y nos movemos despacio, podríamos tener una oportunidad.

Valeria, que había estado afilando su bate con una expresión decidida, intervino.

—Entonces, tenemos que hacer esto en fases. Primero, necesitamos reunir más comida y agua. Luego, preparar armas y municiones suficientes para una salida larga. Y, por último, asegurarnos de que Elías esté lo suficientemente fuerte para moverse. No hay margen para errores.

Alexander asintió en silencio. Sabía que Valeria tenía razón, pero su preocupación inmediata era Elías. Max y Bob se ofrecieron a patrullar los alrededores en busca de suministros mientras discutían los detalles del plan.

Más tarde, cuando la noche comenzaba a caer, Alexander y Matteo se dirigieron a las montañas cercanas. Habían oído que allí crecían flores amarillas, las favoritas de Elías, y Alexander estaba decidido a traerle algunas, como una manera de levantarle el ánimo.

Mientras caminaban por el sendero rocoso, Matteo rompió el silencio.

—¿Crees que va a despertar pronto? —preguntó.

—Solo necesita dormir una última siesta. —respondió Alexander, su voz suave mientras apartaba una rama para que Matteo pudiera pasar—. Ha pasado por mucho, pero siempre ha sido fuerte. Sé que lo logrará.

—Me gusta cómo te preocupas por él. —dijo Matteo, con una sonrisa ligera—. Es como cuando... cuando tu te preocupas por mi.

Alexander se detuvo un momento, sintiendo el peso de las palabras del niño. Colocó una mano sobre su hombro.

—Es importante tener a alguien a quien cuidar. —le dijo—. Y tú también eres importante para mi, chiquitín.

El  asintió con los ojos ligeramente brillantes, y juntos continuaron su camino hasta que encontraron una pequeña pradera donde crecían las flores amarillas.

—¡Aquí están! —exclamó Matteo, corriendo hacia las flores y arrancándolas con cuidado. Alexander se agachó junto a él, ayudándolo a recoger las más bonitas.

—Elías va a estar feliz cuando las vea. —dijo Alexander, con una sonrisa leve.

—Es porque lo amas, ¿no? —preguntó Matteo, curioso.

Young hearts: The Last Love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora