Capitulo 17

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Pov Natalia

Me sentía como una basura. Mi hermano, mi cuñada, mis padres, incluso mis amigos, estaban metidos en un problema que no les correspondía. Esa bala debía ser para mí, y pudo haber sido para Alisson si Agustín no hubiera llegado a tiempo. Todo lo que toco se pudre. Ellos vinieron a verme, pero no tuvimos más de diez minutos antes de que tuviera que regresar a esta asquerosa celda. Se estaban equivocando, y se estaban equivocando feo. Retenerme acá es ilegal al menos mientras me investigan, un verdadero sinsentido.

Me acosté y miré el techo, era lo único que me quedaba hacer por ahora. Las grietas en el cemento parecían ramificarse más, como si reflejaran el caos en mi cabeza. Era un mapa de mis pensamientos, un laberinto del que no podía escapar.

—Hey, novata —dijo una de las presas, mirándome con desdén. Hice oídos sordos, pero el eco de su voz reverberaba en las frías paredes de la celda. Era imposible ignorarla.—Te estoy hablando —se plantó frente a mi cama, su mirada era como un arma, tratando de atravesar mi muro de indiferencia.

—¿Qué se te ofrece? —pregunté, controlando mi carácter. No estaba acá para hacer amigas.

—¿Tienes un cigarro que me compartas? —su tono cambió a uno más amable.

Me senté lentamente, buscando mis cigarros. Sentía el pulso en las sienes, el ruido a mi alrededor se volvió un zumbido lejano. Al final, le di uno y encendí el mío. El humo se mezcló con la asfixiante atmósfera del lugar, dándome un breve respiro de normalidad. Sentí cómo la nicotina calmaba el nudo en mi estómago, pero solo un poco.

—Gracias —dijo, exhalando una bocanada con un suspiro de alivio.

—No hay problema —le pasé mi encendedor, el mismo que me había regalado mi hermano antes de todo esto. El brillo del metal reflejó un instante de nostalgia en mis ojos. Me obligué a mirar hacia otro lado.

—¿Y tú por qué estás aquí? —preguntó, rompiendo el silencio con una curiosidad que me irritaba. Observé sus ojos. No eran solo curiosos, escudriñaban, querían despojarme de mis secretos. Me sentí expuesta, desnuda bajo esa mirada.—Déjame adivinar, por venta de drogas —mencionó con una sonrisa burlona.

Negué con la cabeza, un sabor amargo se instalo mi garganta.

—Estoy retenida injustamente porque estoy bajo investigación. Le dispararon a mi esposa y creen que fui yo porque cuando llegó la ambulancia, tenía su cuerpo en mis manos y yo estaba llena de sangre —explique con voz rasposa, cada palabra se sentía como un ladrillo aplastando mi pecho. Sentía las paredes cerrándose, como si quisieran aplastarme junto con los recuerdos.El silencio que siguió me pareció más opresivo que antes.

Una guardia pasó avisando que era hora de ir a cenar. Las miradas cayeron sobre mí, quemándome la nuca, pero me obligué a ignorarlas. Al sentarme, sentí una presencia a mi lado. Era la misma presa de antes cuyo nombre no había mencionado.

—Deberías tener cuidado —susurro, con un tono casual, pero con sus palabras cargadas de advertencia.

—¿De qué hablas? —pregunté, luchando por no devolver la comida que apenas podía tragar.

—En este lugar todo se sabe. Hay chicas que saben quién eres y que eres importante afuera. No me sorprendería que te busquen pelea o algo —continuó, sin apartar la vista del plato.Mi estómago se retorció aún más.— Por cierto, soy Alex, olvide presentarme

—La verdad, espero estar afuera para el fin de semana —murmuré, con más deseo que convicción.— Supongo que vos también ya sabes quien soy, pero me llamo Natalia

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora