Pov Natalia
Luna había pedido que le prestara mi auto para llevar a Helena a su casa, pero me negué; Héctor reconocería mi auto a leguas. Así que le pedimos un Uber. Yo esperaría a Luna unas cuadras antes para no levantar sospechas. Cuando Helena ya estaba sana y salva en su casa, Luna caminó hacia mi auto y entró en silencio, con la mirada perdida. En mi cabeza seguían retumbando las palabras que ella había dicho en el cementerio, y aunque el ambiente se sentía pesado, no quería tocar el tema.
—¿Estás bien? —preguntó rompiendo el silencio, su voz apenas un susurro. La miré de reojo mientras conducía, sintiendo la tensión en el aire, como una cuerda a punto de romperse.
—Tuve mejores días —contesté secamente, manteniendo los ojos en la carretera. Noté que ella asintió, pero no dijo nada más al principio. Su expresión era indescifrable, pero sabía que en su cabeza también había un caos.
—Debí decirte que Héctor y tu madre... —su voz temblaba, iba a continuar, pero la interrumpí de golpe.
—No hace falta que me expliques. —Frené en un semáforo, y mis manos se apretaron alrededor del volante—. En todo caso, mi madre es quien debería darme respuestas, pero... —la miré de frente, mis palabras cargadas de advertencia— no menciones esto. Ni siquiera a mi viejo.
Luna me observó en silencio, su rostro reflejaba una mezcla de culpa y preocupación. Sentí que las palabras pesaban en mi boca, pero no pude contenerme.
—Agustín tiene 27 años —solté de repente, la preocupación se filtraba en cada sílaba.
Vi el cambio en su expresión. Luna abrió los ojos, entendiendo de inmediato lo que insinuaba.
—¿Estás diciendo que él...? —comenzó, pero la corté de nuevo.
—Es solo una teoría —dije rápidamente—, y no estoy segura de si quiero saber la respuesta. —Mi voz sonaba más temblorosa de lo que pretendía. Me esforcé por concentrarme en el camino, mientras el silencio se extendía entre nosotras, más denso que antes.
El resto del trayecto lo hicimos en completo silencio, excepto por el leve zumbido del motor y el latido acelerado de mi corazón. Unas cuadras antes de llegar a mi casa, el celular de Luna sonó. Ella lo atendió con rapidez y puso el altavoz, dejando que las palabras rompieran la tensión.
—Lu —la voz de mi hermano sonaba del otro lado de la línea—. Ya tenemos las compras, necesitamos que vuelvas ahora.
—Estamos yendo —contesté yo, cortante, antes de que Luna pudiera decir algo.
—Nat... —murmuró él, su tono era casi de disculpa.
—No te preocupes. Ya estoy mejor —respondí, intentando que mi voz sonara firme, aunque por dentro seguía hecha un nudo.
Colgué antes de que Luna o mi hermano pudieran añadir algo más. Sentí su mirada fija en mí, pero no dije nada. Mis pensamientos estaban demasiado enredados para articular algo coherente. En mi mente, las piezas empezaban a encajar, pero aún no quería darle forma a esa imagen. Si Agustín era hijo de Héctor, entonces... no. No podía pensarlo. No ahora.
El silencio entre Luna y yo se sentía más pesado, como si cada palabra no dicha nos aplastara más y más. Giré en la última esquina antes de llegar a casa, tenia mis manos aún firmes en el volante.
—Nat... —La voz de Luna sonó de nuevo, cautelosa, como si pisara terreno peligroso—. No tenes que enfrentarlo sola. Si necesitas hablar, si necesitas cualquier cosa...
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Lazos de Sangre
Science FictionEn esta historia se vera lo que es capaz de hacer una persona por rencor, venganza y por desamor. Natalia y Agustín son 2 hermanos que buscan vivir de lo que les apasiona hasta que empiezan a pasar sucesos de por medio que los van frena, Natalia per...