Capitulo 11

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Pov: Narrador Omnisciente

Eran las cinco de la mañana cuando Tom comenzó a prepararse para el viaje a Nueva York con su ex esposa, Helena, para investigar el incidente en la empresa de sus hijos. Al terminar de alistarse, la llamó para confirmar que ella también estaba lista. Ella le aseguró que sí, y Tom bajó a recepción para encontrarse con su chofer, quien llegó rápidamente. Durante el trayecto hacia la casa de Helena, contactó a su piloto para preparar el avión.

El aire frío de la mañana estaba cargado de tensión, cuando Tom llegó a la casa de Helena. La vieja residencia, una elegante casa de ladrillo rojo con detalles ornamentales, parecía despertar lentamente con el sol naciente. Tom tocó la puerta, su respiración era visible en el aire frío.

—Buenos días, bella dama —saludó Tom con una sonrisa cálida mientras la puerta se abría.

Helena, con una mezcla de cansancio y cautela en su rostro, respondió—: Buenos días, Tom.

El brillo en los ojos de Tom se atenuó al notar la leve arruga de preocupación en la frente de Helena. Aunque ella se esforzaba por mantener la compostura, la tensión de los últimos eventos era palpable.

—¿Tiene todo lo que necesita? —preguntó Tom con un tono que intentaba ser casual, mientras ella recogía su bolso con movimientos automáticos.

—Sí, creo que sí —dijo Helena, el suspiro que la acompañó revelaba el peso de la situación. Se dirigió hacia el coche, donde Tom le abrió la puerta con una reverencia elegante.

—Entonces, vayámonos —comentó con una sonrisa que buscaba ser reconfortante—. Primero las damas.

Helena miró a Tom con una ligera sonrisa mientras entraba al vehículo. —Gracias, Tom. Veo que sigues siendo el mismo caballero que conocí.

—Eso no cambia con el tiempo —respondió él, luego dio las indicaciones al chofer, quien arrancó suavemente hacia el aeropuerto. A continuación, Tom extendió una bolsa hacia Helena—. Ten, te compré el desayuno: café con leche sin lactosa y budín de vainilla.

Helena tomó la bolsa, sus dedos rozando los de Tom, y sacó el café. La sonrisa en su rostro se hizo un poco más genuina, aunque sus ojos seguían reflejando preocupación. —Todavía te acordas —dijo, su voz un poco más suave—. Gracias.

Tom sonrió, ignorando la sonrisa que ella había dejado escapar para no incomodarla. Llegaron al aeropuerto, donde el avión ya estaba listo. Se subieron sin demora y le dieron luz verde al piloto.

Helena miró a Tom con curiosidad.

—Ahora me vas a explicar —hablo, con una ceja levantada.

—¿Qué cosa? —preguntó Tom, confundido.

—Agustín dijo que te tenía que acompañar por una emergencia y espero que no sea otro de tus trucos para tenerme cerca —Atacó, con una mezcla de escepticismo y preocupación.

Tom se aclaró la garganta.

—Ah, entonces no te especificó. Estamos viajando a Nueva York porque hubo una explosión en su empresa por la noche —Explicó, observando la preocupación en el rostro de Helena—. Pero lo bueno es que no hay heridos.

Helena soltó una exclamación de sorpresa.

—No puede ser. Primero Natalia en el hospital, después el que la chocó aparece muerto y ahora esto —comentó, con angustia en la voz. Tom casi se ahoga con el café que estaba tomando—. Espero que no tengas nada que ver con la muerte de ese hombre —advirtió, analizándolo con detenimiento.

Tom frunció el ceño, defendiendo su acción.

—Tenía que hacerlo. Casi mata a mi princesita, a mi bebé.

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora