Capitulo 52

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Pov Natalia

El ambiente en la casa de Sarah estaba pesado. James intentaba disimular, pero cada vez que Esteban abría la boca, él lanzaba una mirada o un comentario filoso que cortaba el aire como un cuchillo. Parecía que todo el mundo había notado la incomodidad, aunque nadie se atrevía a decir nada. Estábamos comiendo, y los chicos, junto a Scarlett, habían intentado calmar las aguas jugando al truco, mientras nosotras charlábamos en el living, hablando de cualquier cosa para distraernos. Recordábamos cosas de nuestra adolescencia en Argentina, riendo por momentos, pero todas estábamos conscientes de la tensión que flotaba en el ambiente.

Sarah fue mi primera amiga  antes del grupo; ella y yo íbamos al colegio juntas y, desde entonces, siempre tuvimos una conexión especial. A Luna la conocía porque era hija de un amigo de toda la vida de mi padre. James había sido el mejor amigo de mi hermano desde los cuatro años asi que crecimos siendo como hermanos, y Neithan era el chico nuevo al que molestaban en la escuela y al que nosotros terminamos integrando en nuestro grupo.

La madre de James era una científica prestigiosa y muy amiga de mi mamá. Los padres de Sarah, por otro lado, eran dos empresarios que nunca estaban en casa, y al ser nuestros vecinos, nos hicimos amigas desde chiquitas. El padre de Luna había sido socio de la agencia de mi padre, hasta el día en que falleció en un trágico accidente de avión; desde entonces, mis padres acogieron a Luna como a una hija más. Nunca conocimos a los padres de Neithan; él se había mudado con su abuela cuando lo conocimos, y aunque venía de una historia complicada, encajó con nosotros de una manera natural.

—Son las 23:30, nos tenemos que ir —murmuró Luna en mi oído, sacándome de mis pensamientos.

—Nada de cosas sucias, chicas —dijo Sarah con una sonrisa pícara. Yo le devolví una sonrisa mientras Luna entrelazaba su mano con la mía.

—Bueno, ya es tarde, nos vamos —dije, cubriéndome la boca como si estuviera bostezando. La verdad es que mi corazón latía con fuerza.

—¿Vamos mañana al spa, no? —preguntó Sarah, yendo con nosotras hasta la cocina para despedirnos.

—Sí, Sarita —respondió Luna, agarrándome la mano más fuerte.

Al llegar a la cocina, Luna habló en voz alta.

—Nosotras ya nos vamos.

—Scarlett, asegúrate de llevar la camioneta a casa —dije, dándole la señal sin que los demás sospecharan.

—En ese caso, me voy con ustedes —añadió ella, entendiendo perfectamente.

—¿Y a mí quién me lleva? —preguntó Neithan, medio en broma, medio en serio.

—Yo te llevo, amigo. Nos quedamos un rato más y después te alcanzo —intervino mi hermano, dándole una palmada en la espalda.

Nos despedimos rápidamente y, apenas subí al auto, una mezcla de ansiedad y temor se apoderó de mí. Cada segundo que pasaba, mi mente me lanzaba un millón de escenarios, cada uno más oscuro que el anterior. Apreté el volante con tanta fuerza que los nudillos me dolieron, y sentí la mano de Luna en mi hombro, un intento de calmarme que, esta vez, no surtió el efecto que esperaba.

—Todo va a salir bien —murmuró con una voz suave y confiada, pero yo no podía sacudirme esa sensación en el pecho.

—Si algo me pasa... —comencé, frenando en el semáforo—. Cuida a mi hermano, por favor.

Luna me miró intensamente, sin soltarme.

—Yo te voy a cuidar a vos. No va a pasarte nada —dijo con firmeza, acariciando mi mejilla antes de que el semáforo cambiara. Arranqué de nuevo, y en cuestión de minutos estábamos en casa, donde ya estaba estacionada la camioneta de Jason. Detrás nuestro, James llegó en mi camioneta, y los cuatro entramos juntos, listos para empezar. Pero me quedé helada al ver a Jason y a Mitchelle esperándonos.

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora