Lazos de Sangre

Capitulo 16

Pov Agustín

No había pegado un ojo en toda la noche. Llamé a mi viejo para contarle lo que había sucedido, pero ya estaba al tanto. Me informó que había enviado a una abogada, y esa idea apenas me brindó algo de alivio. Alisson, estaba tan preocupada por mi hermana como yo, me miraba con desasosiego. Mi padre estaba en camino a mi casa con la abogada, así que decidí darme una ducha para intentar calmarme. Al salir, me dirigí a la cocina a prepararme un café junto a mi esposa. El timbre sonó, y ella fue a abrir. Al poco tiempo, entré a la sala y allí estaban: mi padre, mi esposa y una mujer que suponía era la abogada.

—Hijo, ella es Lucila Cabrera, mi abogada de confianza —anunció, señalando a la mujer, que extendió su mano hacia mí.

—Es un gusto —respondí, apretando su mano con firmeza—. ¿Puede ayudar a mi hermana? —pregunté, mirándola intensamente mientras ella abría un cuadernillo.

—Por eso estoy acá, señor. Necesito que me explique quién es Héctor García —dijo, sacando una lapicera.

—Héctor García es un infeliz que nos ha estado persiguiendo durante años. Provocó un accidente que dejó a mi hermana en coma y ya había intentado matarla varias veces —dije, sintiendo la rabia burbujear en mi pecho. Alisson apretó mi mano, intentando calmarme.

—¿Puede describir exactamente qué ocurrió en el accidente? —preguntó Lucila, levantando la mirada con seriedad. Su pluma que estaba suspendida en el aire parecía temblar, como si también sintiera la tensión de la situación.

—Estábamos en un restaurante cenando, riéndonos, disfrutando de la noche. Pero cuando íbamos de regreso a su casa, un auto chocó contra el lado del conductor donde estaba ella. —Mi voz se quebró levemente. Miré hacia abajo, como si intentara encontrar alguna pista en el suelo que explicara lo inexplicable.

—¿Tiene información sobre el historial de Héctor García? ¿Ha tenido conflictos previos con su familia? — continuó, sus ojos eran intensos y penetrantes, buscaba respuestas en mi expresión.

—No estoy seguro, pero siempre ha estado cerca de nosotros, como una sombra. Es muy molesto. —Mis manos se apretaron en los muslos, y podía sentir cómo la incomodidad se transformaba en un nudo en mi estómago.

—¿Cree que Héctor tenía algún motivo particular para perseguir a su hermana? —su tono era más grave ahora.

—Lo dudo, pero su comportamiento es extraño; él es raro. —Hice una pausa, buscando las palabras adecuadas. —A veces siento que tiene una fijación. No puedo explicarlo, pero hay algo en su mirada que me inquieta.

—¿Cómo ha estado Paula emocionalmente desde el accidente? ¿Ha mencionado sentirse amenazada? —Lucila anotaba con rapidez, su mano se movía frenéticamente, mientras su mirada alternaba entre mis expresiones y mis respuestas.

—Estaba muy alterada, lloraba hasta quedarse dormida. Era como que el miedo tenia el control sobre ella. —Recordar su angustia me hizo tragar con dificultad. —No nos había dicho nada sobre las amenazas hasta ayer, cuando nos contó toda la verdad, lloraba y hablaba casi rogando que la escuchemos.

—¿Han tomado alguna medida de seguridad desde que ocurrió el accidente? —preguntó, su mirada evaluativa intensificándose.

—Sí, siempre tenemos equipos de seguridad. —Asentí, intentando proyectar un poco de confianza, aunque en mi interior había una tormenta de inquietud.

—¿Tienen pruebas documentales o fotográficas del accidente que puedan ser útiles en este caso? —Lucila parecía ansiosa, su atención estaba enfocada, como si cada palabra pudiera ser una pieza crucial del rompecabezas.