Pov Natalia
Me había quebrado frente a todos. Mostré mi debilidad y me sentí como una completa idiota. Quería irme, necesitaba llorar a solas. Pasé varios minutos en los brazos de mis padres, y aunque mi relación con mi madre era una mierda, en ese momento supe que la necesitaba. Pero ahora era el momento de llevar a mi esposa al cementerio.
—Nati —escuché la voz de mi suegra a mis espaldas. Me di vuelta y, antes de poder decir nada, se lanzó a abrazarme. Ambas nos quebramos al instante.
—Siento todo el dolor que te causé —susurré, mientras me daba una palmada en la espalda, como si quisiera calmar el peso de mis palabras.
—No fue tu culpa —murmuró ella, aferrándose a mí con fuerza. Agradecí ese contacto, aunque no sabía si alguna vez podría creerle.
—Para lo que necesites, solo llámame. Estaré aquí para ayudarte en lo que sea —dije en voz baja, con la garganta aún apretada. Ella asintió. Nos separamos solo cuando vi acercarse a mis guardaespaldas.
—Señora —dijo uno de ellos, llamando mi atención—. Hemos traído su auto.
—Gracias —respondí con un hilo de voz. Volví la mirada hacia mi suegra—. ¿Quieres ir conmigo?
—Voy a ir con Héctor. Creo que necesitamos un momento a solas —comentó, poniendo una mano suave sobre mi rostro. La calidez de su gesto contrastaba con el frío ambiente—. Pero puedes llevar a Helena, su hermana.
Asentí, sintiendo de inmediato la mirada dura de mi padre sobre mí. No tenía fuerzas para lidiar con eso ahora. Sin decir más, comencé a caminar hacia mi auto mientras todos los demás hacían lo mismo. Mi hermano, Alisson, mis amigos y mis padres irían juntos en las camionetas de seguridad. Me apoyé en el capó del auto, esperando, dejando que el aire fresco me despejara por un momento. Tras unos segundos, vi a una chica acercarse. No se parecía en nada a Paula.
—¿Eres Natalia? —preguntó fríamente. Su tono seco me sacudió, pero solo asentí y abrí la puerta del auto sin decir nada más. Subió en silencio, y yo me acomodé al volante, arrancando para seguir el coche fúnebre, con las camionetas de seguridad detrás.
El silencio se volvió denso, casi sofocante. El aire dentro del auto parecía cargado de una tensión que no se podía cortar.
—¿Cómo te llamas? —pregunté, aunque ya sabía su nombre. Aun así, intenté romper la incomodidad que llenaba el aire.
—Helena —respondió cortante. No dijo nada más.
Asentí, pero su tono distante hizo que apretara el volante un poco más fuerte. Con Paula todo había sido fácil, al menos al principio, pero ahora sentía que el universo entero se había confabulado en mi contra. Incluso su hermana.
El trayecto hacia el cementerio parecía interminable. Las calles se desdibujaban ante mis ojos, sombras borrosas que pasaban a nuestro alrededor, mientras mis pensamientos chocaban caóticamente entre sí. Podía sentir la mirada de Helena sobre mí, aunque ella no decía nada. No sabía si era juicio lo que sentía o solo mi propia culpa reflejada en cada movimiento.
El silencio no duró mucho más.
—No entiendo qué vio en ti —soltó de repente. Su voz, gélida, me golpeó como un balde de agua fría. Mis manos temblaron ligeramente, pero intenté mantener el control del auto.
Tragué saliva y la miré de reojo. Era más joven que Paula, pero su mirada era dura, cargada de resentimiento. No se parecían en nada.
—Yo tampoco lo sé —admití en voz baja, más para mí que para ella. No tenía fuerzas para discutir.
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Lazos de Sangre
Science FictionEn esta historia se vera lo que es capaz de hacer una persona por rencor, venganza y por desamor. Natalia y Agustín son 2 hermanos que buscan vivir de lo que les apasiona hasta que empiezan a pasar sucesos de por medio que los van frena, Natalia per...