Pov Natalia
—No me vas a creer —comentó entrando a la oficina después de hablar con las chicas que habían venido para las entrevistas.
—¿Qué cosa? —pregunté, un poco confundida mientras intentaba concentrarme en el informe que estaba escribiendo.
—Hay una chica... con tu mismo apellido. ¡Y tu misma cara pero con ojos verdes! —dijo con entusiasmo, como si hubiera descubierto un secreto universal, pero yo solo me encogí de hombros.
—¿Cómo es su nombre? —pregunté, ahora un poco más interesada, aunque no lo suficiente como para dejar de cebar mate.
—Scarlett Collins —dijo, mientras se acomodaba en la silla a mi lado, esperando ver mi reacción como quien espera el giro de trama en una novela dramática.
—Déjala para lo último —pedí con calma, tomando un sorbo del mate recién cebado.
Luna me miró con una ceja levantada, claramente esperando una explicación.
—¿Por qué? ¿Ya conoces a tu clon? —preguntó con una sonrisa burlona, lista para lanzar el chiste que llevaba guardado.
—No tengo un clon ni hermana gemela ni nada por el estilo, pero ¿sabes qué sí tengo? —respondí, poniéndome seria por un segundo—. Una carita preciosa. Soy irresistible. Dudo que alguien se parezca a mí —terminé, tirándome flores como quien siembra un jardín entero.
Luna soltó una carcajada, dándole un sorbo al mate que le había extendido. La risa le iluminó la cara, y no pude evitar sonreír también.
—¿Y si resulta que ella es súper hermosa, eficiente, menos egocéntrica, no toca el alcohol y me termino enamorando de ella? —bromeó, pero algo en esa última parte me picó un poco. ¿Enamorarse?
—Primero, qué imagen más fea tenes de mí —dije con una sonrisa torcida, haciéndome la ofendida—. Y segundo, tenes novio, genia.
—¿Y quién dijo que yo estaba enamorada de él? —respondió con un tono casual, pero cuando se inclinó hacia mí, vi cómo sus ojos bajaban de mis ojos a mi boca. ¿Qué está haciendo?
Me aparté un poco, nerviosa.
—Qué feo que pienses así, Lu —dije, intentando mantener la broma en el aire, aunque el nerviosismo me rozaba como un viento frío.
—Vos lo dijiste en el avión —contestó sin vacilar, con una calma que hacía que todo mi cuerpo se tensara—. Yo no estoy con él por amor.
No puede ser. ¿De verdad iba a sacar el tema del avión ahora?
—¿Ahora volvemos al avión? —pregunté, más para ganar tiempo que por verdadero interés. Mi mente corría a mil por hora, pero no sabía cómo detenerla. Luna seguía mirándome como si estuviera esperando algo más.
—¿Acaso no querés volver al avión? —dijo, con una sonrisa que me hizo sentir un nudo en la garganta. La tensión en la habitación se sentía como un hilo a punto de romperse, pero en ese momento, una de nuestras secretarias tocó la puerta.
—Adelante —ordené, agradeciéndole a Dios y todos los santos por la interrupción.
—Ya llegaron todas, señora —anunció la secretaria, y asentí para que se fuera.
Luna me miró de reojo, con esa sonrisa suya que siempre me sacaba de quicio cuando tenía un as bajo la manga.
—Esto no va a quedar así —comentó ella, dándome un beso en la mejilla. El contacto me tomó por sorpresa, y el calor de su piel contra la mía me dejó helada.
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Lazos de Sangre
Ciencia FicciónEn esta historia se vera lo que es capaz de hacer una persona por rencor, venganza y por desamor. Natalia y Agustín son 2 hermanos que buscan vivir de lo que les apasiona hasta que empiezan a pasar sucesos de por medio que los van frena, Natalia per...