Pov Narrador omnisciente
Mientras Natalia se ahogaba en su propio sufrimiento, la investigación sobre la muerte de Paula seguía en curso. Aunque ya tenían pruebas suficientes para no apuntarla, en la estación de policía todo se movía en torno a buscar cómo culparla.
El aire estaba cargado de una mezcla de ansiedad y desesperación. La luz fluorescente parpadeaba, acentuando la atmósfera opresiva.
—Vi que no hicieron bien su trabajo —anunció, golpeando la mesa con fuerza. Su rostro estaba rojo de frustración, y los demás lo miraban con desdén. La tensión en el aire era palpable, como si la habitación se estuviera cerrando sobre ellos, atrapándolos en un círculo vicioso de incompetencia y rabia.
—Señor —iba a hablar un agente joven, pero lo interrumpieron.
—¿Para qué les pago? —preguntó, levantándose de la silla con enojo. Su voz resonó en la habitación, haciendo que todos se encogieran un poco. Un silencio incómodo se instaló, lleno de miradas furtivas y susurros apenas audibles que flotaban como fantasmas.
—Su padre y su hermano consiguieron cámaras y, con ayuda de la fiscal, obtuvieron más rápido los exámenes de balística. Era inútil dejarla acá adentro —explicó el agente, con una mirada cansada que revelaba la pesadez de una carga que iba más allá de lo profesional. Era como si llevara el peso del mundo en sus hombros, un peso que los demás no podían ni imaginar.
—Natalia apareció en el velorio de Paula —agregó el superior, con un tono cortante—. Si ustedes no pueden hacerlo, me temo que tendré que empezar a hacerlo con mis propias manos. Las palabras colgaron en el aire, impregnadas de una amenaza implícita que ninguno de los presentes se atrevió a ignorar. Era un claro aviso: la cacería había comenzado.
—¿Cómo van con la investigación? —preguntó una voz femenina, cortando la atmósfera tensa. Su tono era agudo, casi desafiante, como si buscara provocar una chispa en el ambiente.
—Tratamos de desviar las pruebas que la culpan, pero fueron muy descuidados —argumentó el oficial, su voz temblando bajo el peso de la presión. Sus ojos, normalmente seguros, ahora reflejaban la incertidumbre.
—No va a estar feliz de escuchar eso —añadió la chica, mirando con enojo al oficial, quien desvió la mirada, incapaz de soportar su furia. El miedo a lo que podría desatar esa noticia era evidente en sus rostros.
—Hagan lo que tengan que hacer —dijo el superior, con un tono que dejaba claro que no había vuelta atrás—. Natalia debe quedar como la culpable o la próxima muerta va a ser ella. La frialdad de sus palabras resonó como un eco ominoso en la sala, dejando a todos con un nudo en el estómago.
—¿Las presas hicieron su trabajo? —volvió a hablar la chica, su tono ahora tranquilo, casi indiferente.
—Fracasaron en el intento. Una terminó con el hombro dislocado. Cuando mandamos a las más peligrosas, fue tarde; ella ya estaba afuera —informó otro agente, apretando los labios en un gesto de frustración—. Pero según una guardia, hizo una amiga ahí adentro. —Su voz se hizo más baja, como si el tema fuera un secreto.
—¿Quién es? —preguntó la chica, arqueando una ceja, su interés ahora completamente capturado.
—Alex Parker —respondió el agente, dejando que el nombre flotara en el aire—. Condenada a 10 años de prisión por asesinato en segundo grado. Ya cumplió la mitad de su condena y está en busca de trabajo para su tercer grado.— Sus ojos brillaron como si hubieran encontrado a su nuevo juguete
—Queremos conocerla —dijo, mirando a la mujer con una sonrisa, sus ojos brillando con genuino interés—. Si Natalia la quiere, nosotros la queremos más.
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Lazos de Sangre
Ficção CientíficaEn esta historia se vera lo que es capaz de hacer una persona por rencor, venganza y por desamor. Natalia y Agustín son 2 hermanos que buscan vivir de lo que les apasiona hasta que empiezan a pasar sucesos de por medio que los van frena, Natalia per...