Capitulo 30

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Pov Natalia

—¿Dónde está Luna? —pregunté mientras bajaba las escaleras, sin despegar la mirada de mi celular. Las notificaciones seguían acumulándose, pero ninguna de ellas era la que esperaba.

—Dijo que nos vería antes de pasar la alfombra. Está con James y Joaquín —comentó Sarah despreocupadamente.

Fruncí el ceño y levanté la mirada, observando a todos. "¿Joaquín?" No pude evitar sentir una punzada de desconcierto.

—¿Quién es Joaquín? —mis ojos recorrieron el grupo antes de centrarse en Agustín y Neithan—. Se ven bien —agregué, intentando sonar casual, aunque sabía que no lo lograría del todo.

—Es el novio de Luna —respondió Esteban, entrelazando sus dedos con los de Sarah, pero lo que realmente captó mi atención fue la expresión fugaz de disgusto en la cara de mi hermano. Era casi imperceptible, pero lo suficiente para hacerme sentir incómoda.

Me crucé de brazos, sintiendo una ligera molestia en el pecho.

—¿Por qué soy siempre la última en enterarme de todo? —suspiré, guardando el celular en mi bolso, intentando no sonar tan molesta como me sentía—. Primero lo de Sarah y Esteban, que al parecer todos sabían menos Agustín y yo. Y ahora lo de Luna y el tal Joaquín...

—Porque nosotros somos más tranquilos —comentó Neithan, con su típica sonrisa despreocupada.

—Sí, sobre todo por la cara de orto que tiene mi hermano —dije, señalando sutilmente a Agustín, que seguía inexpresivo, pero visiblemente incómodo.

Neithan soltó una pequeña risa, pero la tensión en el aire seguía ahí, flotando entre nosotros. Sabía que Agustín estaba guardando sus pensamientos para luego, cuando estuviéramos solos.

—Se nos está haciendo tarde, ¿nos vamos? —dijo él, claramente intentando desviar el tema.

Asentí, aunque sabía que la conversación seguiría rondando en mi cabeza. Esto no se quedaría así.

—Agustín y yo vamos en mi auto —dije, dirigiéndome a la puerta—. Ustedes vayan en la camioneta de seguridad.

Al salir, el aire frío de la noche me golpeó, despejando ligeramente mis pensamientos. Nos subimos a mi Bugatti en silencio, pero la tensión era palpable. A pesar de que había intentado desviar el tema, la mirada de Agustín fija en el parabrisas, me decía que algo lo estaba molestando. Encendí el motor, pero no aceleré de inmediato. Lo miré de reojo, esperando que dijera algo, aunque sabía que no le gustaba ser el primero en iniciar este tipo de conversaciones.

—Entonces, ¿vas a decirme qué te pasa? —pregunté finalmente, sin quitar la mirada del camino.

—No me pasa nada —respondió rápido, pero su tono lo delataba. Frunció el ceño y se reclinó en su asiento, cruzando los brazos, un gesto defensivo que conocía demasiado bien.

Solté un suspiro y dejé que el motor rugiera suavemente mientras nos alejábamos de la casa. El frío del exterior contrastaba con la calidez del auto, pero dentro, el ambiente seguía congelado.

—¿Nada? ¿O te molesta lo de Luna y el tal Joaquín? —lancé la pregunta sin rodeos.

Él se quedó en silencio por un momento, su mirada estaba perdida en la ventana. Sus dedos tamborileaban suavemente sobre su muslo, un tic nervioso que pocas veces dejaba ver. Sabía que no podía evitar el tema mucho más.

—No es que me moleste... —murmuró finalmente—. Solo que... Joaquín no es el tipo de persona que pensé que le interesaría a Luna. Es demasiado confianzudo.

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora