Se dice que el Hombre del Coco aparece solo en los lugares más oscuros y solitarios, donde el miedo de los niños y la preocupación de los padres se siente como un peso en el aire. Es una figura alta y encorvada, con una gran bolsa de arpillera a su lado y un rostro apenas visible bajo una capucha de sombra, en el que brillan unos ojos fríos y hambrientos.
El Hombre del Coco se oculta en las sombras de los armarios y bajo las camas, siempre esperando a que se apague la última luz. A diferencia del típico coco, no solo atemoriza; toma lo que quiere. Cuando encuentra a un niño que no obedece o que se ha portado mal, extiende sus largos dedos y lo atrapa, metiéndolo en su bolsa, que parece más grande por dentro de lo que aparenta.
La bolsa del Hombre del Coco es un lugar del que nadie ha escapado. Quienes se han asomado a ella dicen haber oído risas apagadas, susurros, y el eco de pasos lejanos. Algunos creen que es un mundo de pesadillas donde el tiempo no existe, un lugar de sombras en el que el Hombre del Coco guarda a los que captura, como si fueran recuerdos que no quiere olvidar.
Los padres advierten a sus hijos: si no te portas bien, el Hombre del Coco puede aparecer. Él escucha desde la oscuridad y solo viene por los niños que no hacen caso. En el silencio de la noche, cuando la casa se queda en penumbras, uno puede sentir la presencia de este ser, moviéndose con lentitud, y al acecho de la próxima pequeña travesura.
La Leyenda del Hombre del Coco
Cuenta la leyenda que hace muchos años, en un pequeño pueblo remoto, los padres solían advertir a sus hijos sobre un extraño ser que rondaba por las noches, conocido como el Hombre del Coco. No se trataba de una simple historia para asustar a los niños; en cada familia existía la creencia de que este ser era real, un espectro o espíritu errante que se alimentaba del miedo y la desobediencia.
La historia cuenta que el Hombre del Coco era una persona normal hace siglos, un hombre bondadoso que se dedicaba a cuidar de los niños huérfanos y abandonados del pueblo. Sin embargo, durante un crudo invierno, una gran enfermedad se propagó por el pueblo, y muchos de los niños a los que cuidaba cayeron enfermos. Sin los medios para salvarlos, el hombre fue acusado injustamente por las familias de los niños, quienes lo culparon de traer la desgracia. En medio de una furia colectiva, el pueblo lo expulsó al bosque, donde desapareció para siempre.
Desde entonces, el Hombre del Coco se transformó en una figura que ronda los rincones oscuros y vigilados de las casas, especialmente donde habitan niños que no obedecen a sus padres o que permanecen despiertos hasta altas horas. Algunos dicen que su espíritu busca a los niños que no valoran el amor y el cuidado de sus familias, otros creen que el Hombre del Coco solo castiga a quienes actúan con rebeldía y desobediencia, como si quisiera advertirles para que no acaben como él, desterrados y olvidados.
Cuando llega la noche, el Hombre del Coco entra en las casas silenciosamente, camina descalzo sobre el suelo y se oculta en armarios, rincones o bajo las camas, esperando pacientemente. Si escucha el llanto o los susurros de un niño que no ha sido obediente, extiende su fría mano y, con un gesto lento, arrastra al niño hacia su oscuro refugio, donde las sombras parecen susurrar secretos aterradores. Dicen que aquellos que logran escapar del Hombre del Coco regresan cambiados, mucho más silenciosos y obedientes, como si el miedo les hubiera enseñado algo que las palabras no podían.
Aún hoy, los padres advierten a sus hijos: si no te portas bien, el Hombre del Coco puede venir esta noche. Los más atentos a veces juran ver una figura oscura en los reflejos de los espejos o una sombra que pasa bajo la puerta cuando todo está en calma. Pero nadie sabe con certeza si el Hombre del Coco realmente está ahí, o si es solo un eco de esa antigua leyenda, un aviso de los errores del pasado que nunca debemos olvidar.
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muchas historias de terror.
Paranormalson muchas historias de terror en un solo libro, pero puede haber historias que se conecten. Pero recomiendo leer como lo he puesto