Martín nunca había sido un tipo supersticioso. Tenía los pies en la tierra, creía en el sentido común y, sobre todo, en la lógica. Por eso, cuando comenzó a escuchar ese ruido sutil en su casa, lo achacó a las tuberías, a la madera expandiéndose… cualquier cosa menos a algo paranormal. Pero el sonido persistió. Era un eco lejano, como un susurro que venía de algún lugar profundo, imposible de identificar.
Una noche, el susurro se transformó en palabras. Al principio, casi imperceptibles, pero su significado quedó grabado en su mente: “No estás solo”.
Trató de ignorarlo, pero cada vez que cerraba los ojos, o incluso cuando trataba de relajarse en silencio, escuchaba esa frase en su mente. “No estás solo”. En cuestión de días, Martín comenzó a dudar de su propia cordura. No se atrevía a contarle a nadie, convencido de que le dirían que era una simple imaginación.
Los días se convirtieron en semanas, y el susurro se intensificó. Ya no eran solo palabras al azar; era una voz constante, calmada, una voz que casi parecía disfrutar de su presencia en la mente de Martín. Empezó a hablarle con preguntas, preguntas que él nunca quiso responder:
"¿Alguna vez has mirado realmente tu reflejo? ¿Quién crees que eres en realidad?"
Las noches de insomnio se volvieron habituales. Cada vez que intentaba dormir, las preguntas le invadían, y su propio reflejo en el espejo parecía más extraño cada vez, como si algo más lo observase desde allí. Sus propios pensamientos comenzaron a desdibujarse, como si otra conciencia compartiera su mente, sus miedos… como si esa voz pudiera ver dentro de él.
Un día, ya agotado, trató de mirarse en el espejo y enfrentarse a esa presencia. Pero lo que vio allí no era su reflejo. En lugar de su rostro cansado, vio una versión de sí mismo que sonreía, una sonrisa llena de calma y una pizca de crueldad. Ese reflejo se movía a su antojo, como si fuera un ser independiente, casi burlándose de su propio terror. La imagen le dijo:
“Soy tú. La parte de ti que no quieres ver, pero que siempre ha estado aquí.”
Martín intentó romper el espejo en un ataque de pánico, pero el reflejo simplemente reía y seguía hablando en su mente. “No estás solo, Martín. Y nunca lo estarás”. La voz, ahora tanto dentro como fuera de su mente, se convirtió en un eco constante. En sus oídos, en sus pensamientos, en cada rincón de su conciencia, su propio “yo” oscuro lo perseguía, recordándole que su propia mente era su mayor enemigo.
Desde entonces, nunca se supo más de Martín.
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muchas historias de terror.
Paranormalson muchas historias de terror en un solo libro, pero puede haber historias que se conecten. Pero recomiendo leer como lo he puesto