El cartel luminoso de la Pizzería Francisco Juan se alzaba orgulloso sobre el edificio renovado. Brillaba en tonos verdes y dorados, reflejando el espíritu juguetón de su nueva mascota y símbolo, un gato animatrónico llamado Francisco Juan. El restaurante había sido restaurado y decorado con un ambiente más moderno y acogedor, con áreas temáticas que atraían tanto a niños como a adultos. La estrella del espectáculo era Francisco Juan, junto con su banda de animatrónicos recién diseñados, que ofrecían un espectáculo musical lleno de energía.
Francisco Juan, un gato verde con un sombrero de copa y un chaleco dorado, era el anfitrión perfecto. Su carisma, humor y talento para responder preguntas con ingenio lo hacían irresistible. Pero no estaba solo: Shelly la Tortuga, una saxofonista que patinaba sobre ruedas, aportaba ritmos jazzísticos al escenario, mientras que Velos el Velociraptor, un dinosaurio curioso, cautivaba a la audiencia con preguntas fascinantes y datos interesantes.
Desde su apertura, la pizzería había gozado de éxito, con largas filas de clientes ansiosos por probar su famosa pizza de cerdo y disfrutar del espectáculo. Sin embargo, el dueño, un hombre reservado pero apasionado por los felinos, sabía que el lugar guardaba un oscuro pasado. Antes de convertirse en Pizzería Francisco Juan, el local había sido conocido como Ramiza’s Musical Pizzeria, un restaurante envuelto en rumores de desapariciones y sucesos inexplicables.
Aunque la nueva dirección había cambiado todo: animatrónicos, temática, incluso el nombre, había algo que no pudieron eliminar: el espíritu de Ramiza.
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La Primera Noche Extraña
Todo comenzó una noche después del cierre. El personal había terminado de limpiar, y las luces estaban apagadas, excepto en la oficina del dueño. Él se había quedado revisando los informes del día cuando un leve sonido lo hizo detenerse. Era un murmullo distante, una especie de melodía que parecía provenir del sótano.
Frunció el ceño. No debería haber nadie allí. El sótano había sido sellado durante las renovaciones, ya que estaba lleno de piezas inservibles de los viejos animatrónicos de Ramiza's. Intrigado y algo inquieto, el dueño tomó una linterna y bajó las escaleras.
Cuando abrió la puerta del sótano, la melodía se detuvo abruptamente. El aire era frío, más de lo que debía ser, y el lugar estaba en completo silencio. Avanzó entre las cajas y restos olvidados hasta que su linterna iluminó algo que le heló la sangre: el sombrero de Vasily la Comadreja, intacto y limpio, colocado sobre un teclado polvoriento que no recordaba haber visto antes.
Retrocedió lentamente, pero al girar, su linterna captó algo más: un piano de suelo cubierto de polvo, como el que solía usar Ramiza. Entonces escuchó un leve crujido, seguido de un susurro:
“¿Por qué cerraste mi hogar?”El dueño dejó caer la linterna y corrió escaleras arriba, cerrando la puerta del sótano de golpe. Pero esa noche, cuando revisó las cámaras de seguridad, se dio cuenta de algo aún más perturbador: Francisco Juan, el animatrónico principal, había salido de su escenario y ahora estaba parado frente a la puerta del sótano, inmóvil, mirando fijamente hacia abajo.
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El Despertar de los Animatrónicos
Al día siguiente, intentó ignorar lo sucedido. Tal vez solo estaba cansado, se decía. Pero los incidentes comenzaron a multiplicarse. Shelly, la tortuga patinadora, empezó a tocar melodías que no estaban programadas. Al principio eran simples notas fuera de lugar, pero pronto se convirtieron en canciones inquietantes que resonaban en los pasillos vacíos.
Velos, conocido por sus preguntas curiosas y educativas, comenzó a actuar de manera extraña durante los shows. En lugar de sus preguntas habituales, hacía interrogantes incómodas:
“¿Sabías que los huesos humanos crujen bajo suficiente presión?”
“¿Qué harías si no pudieras escapar de aquí?”Al principio, los padres pensaron que era algún error en su programación. Pero los empleados notaron que estas preguntas solo ocurrían por las noches, cuando el público ya se había ido.
Francisco Juan también empezó a cambiar. Aunque seguía actuando de manera alegre durante el día, por las noches, las cámaras lo captaban moviéndose por su cuenta. Su voz, que solía ser cálida y carismática, se volvió más fría y calculadora. “La pizza siempre necesita algo especial,” murmuraba, sin que nadie estuviera cerca.
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El Regreso de Ramiza
Una noche, mientras investigaba las extrañas actividades, el dueño descubrió algo que nunca debió haber pasado desapercibido: el viejo sistema de los animatrónicos de Ramiza’s seguía conectado a la red principal. Aunque se suponía que todos los restos habían sido desechados, parecía que el espíritu de Ramiza y su banda seguían vivos dentro de las entrañas del sistema.
El punto culminante llegó cuando el restaurante cerró temprano tras una falla eléctrica masiva. El dueño decidió quedarse a investigar y notó que las luces parpadeaban mientras los animatrónicos comenzaban a moverse sin previo aviso. Shelly rodaba lentamente por el suelo, tocando un saxofón cuya melodía resonaba como un lamento. Velos apareció en la oscuridad, sus ojos rojos brillando mientras preguntaba:
“¿Sabías que el miedo puede paralizarte? ¿Quieres sentirlo?”Y entonces, Francisco Juan habló desde el escenario:
“Bienvenido de vuelta, Ramiza. Siempre supimos que regresarías.”De las sombras surgió una figura que no debía estar allí. Era un animatrónico maltrecho, con la figura de un pingüino. Ramiza había regresado, y con ella, los horrores que había intentado enterrar.
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El Asedio Nocturno
Esa noche, el dueño fue testigo del despertar completo de los viejos animatrónicos. Ramiza y su banda se unieron a los nuevos, creando un caos que llenó cada rincón del restaurante. Las risas infantiles que alguna vez animaron el lugar fueron reemplazadas por gritos desgarradores y melodías macabras.
Ramiza controlaba todo desde las sombras, exigiendo que el restaurante volviera a ser suyo. Shelly patinaba en círculos, tocando una melodía que parecía un himno fúnebre, mientras Velos seguía interrogando al dueño, como si disfrutara verlo acorralado.
Francisco Juan, quien debía ser el héroe del lugar, había caído bajo el control de Ramiza. Con su voz robótica, se burlaba del dueño:
“Pensaste que podías reemplazarnos. Pero nosotros somos el alma de este lugar. Y ahora, serás parte de nuestra sinfonía.”---
El Futuro de la Pizzería
La Pizzería Francisco Juan cerró al día siguiente. Oficialmente, el cierre fue atribuido a fallas técnicas graves, pero los rumores comenzaron a circular. Nadie podía ignorar las luces que seguían encendiéndose por la noche o la música que resonaba desde el interior vacío del restaurante.
Los pocos que lograron escapar cuentan historias aterradoras de los animatrónicos, que ya no distinguían entre amigos y enemigos. Ramiza había tomado el control total, y su reinado de terror continuaba, esperando al próximo incauto que se atreviera a entrar.
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muchas historias de terror.
Paranormalson muchas historias de terror en un solo libro, pero puede haber historias que se conecten. Pero recomiendo leer como lo he puesto