Capitulo 51: El Susurro del Reflejo

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Sandra siempre había tenido una ligera fobia a los espejos. No sabía exactamente por qué; tal vez era esa idea de que los espejos podían "guardar" cosas, o tal vez era solo un miedo irracional, como los que todos tenemos. Pero desde niña, había sentido algo extraño en cada reflejo, como si detrás de la imagen algo más la estuviera observando.

Una noche, después de un largo día de trabajo, Sandra llegó a su pequeño apartamento. Estaba agotada y deseaba nada más que una ducha caliente y luego meterse en la cama. Pero mientras se preparaba para dormir, sintió esa incomodidad familiar al mirarse en el espejo del baño. Con una mueca de fastidio, se acercó para examinarse; quizás era solo cansancio. Observó su propio rostro, tratando de convencerse de que no había nada de qué preocuparse.

Pero justo cuando estaba a punto de apartar la vista, su reflejo no lo hizo.

Al principio pensó que era un truco de su mente cansada. Pero al mirar de nuevo, vio que su reflejo sonreía. No una sonrisa amigable, sino una sonrisa extraña, torcida, llena de malicia. Sandra dio un paso atrás, asustada. "Esto no puede estar pasando," pensó. Era solo un espejo... o eso creía.

Su reflejo, sin embargo, comenzó a mover sus manos, tocando el vidrio, como si intentara salir. Sandra, con el corazón latiéndole frenéticamente, retrocedió mientras esa "otra ella" golpeaba el espejo, haciendo vibrar la superficie, como si fuera agua.

De repente, su reflejo dejó de moverse, y una calma pesada llenó el baño. Sandra no sabía si estaba en un sueño o en una pesadilla, pero se quedó paralizada mientras su reflejo pronunciaba algo. Apenas un susurro, pero lo suficiente para que ella lo escuchara:

"Ven, cambia de lugar conmigo. Solo será un momento..."

Aterrada, Sandra salió corriendo, cerrando la puerta del baño tras ella. Pasó la noche entera despierta en el sofá, intentando convencerse de que todo había sido un mal sueño. Al amanecer, se armó de valor y regresó al baño. El espejo parecía normal, sin rastros de la extraña aparición de la noche anterior.

Intentó olvidarlo, convencerse de que había sido su imaginación, el cansancio. Sin embargo, en los días que siguieron, cada espejo que encontraba le mostraba algo... algo apenas visible. Los reflejos parecían moverse apenas un instante después de que ella lo hacía, como si estuvieran esperando que bajara la guardia.

Una semana después, cuando finalmente decidió contárselo a su hermana, Sandra desapareció. La policía no encontró nada, ni una sola pista, solo un extraño detalle en su apartamento: cada espejo había sido cubierto con marcas de manos desde el interior del vidrio.

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