Capitulo 88:La Mirada del Vacío

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Santiago era un niño de ocho años, curioso y con una imaginación que parecía no tener límites. Pasaba horas explorando su pequeña casa en busca de “misterios” por resolver. A menudo decía que veía cosas que otros no podían: sombras que se movían, figuras que lo observaban desde los rincones, susurros que solo él escuchaba. Sus padres lo atribuían a una mente creativa y a su amor por las historias de terror.

Pero había algo más profundo. Algo que ni siquiera Santiago entendía.

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Los Monstruos Invisibles

Todo empezó con pequeños detalles: juguetes que cambiaban de lugar, luces que parpadeaban cuando él entraba en una habitación, una sensación constante de que alguien lo seguía. Santiago les hablaba a sus padres de las "cosas feas", como él las llamaba. Según él, vivían en su cuarto, debajo de su cama, en los armarios o, a veces, detrás de las ventanas, aunque estuvieran cerradas.

Su madre lo calmaba diciendo que todo estaba en su cabeza. Pero Santiago estaba convencido de que los monstruos eran reales. “Ellos me ven cuando tú no estás,” decía.

Los dibujos que hacía en la escuela comenzaron a cambiar: al principio, eran de casas, árboles y familias, pero pronto incluyeron figuras aterradoras con bocas enormes, ojos vacíos y manos largas que parecían garras. “Ellos me quieren llevar,” explicaba cuando le preguntaban qué eran esas figuras.

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La Llegada del Hombre Pegajoso

Una noche, mientras estaba en su cama, Santiago vio algo diferente. Ya no eran las sombras familiares ni los murmullos en el pasillo. Era un hombre extraño, hecho de un material oscuro y viscoso que parecía gotear. Tenía una sonrisa amplia, demasiado amplia, y ojos que parecían dos pozos negros sin fondo. Santiago lo llamó "El Hombre Pegajoso".

El Hombre Pegajoso no hablaba, pero siempre señalaba con su dedo largo hacia el armario. Santiago sabía que había algo dentro.

El miedo lo paralizaba, pero no se atrevía a gritar porque sus padres ya no le creían. Lo único que podía hacer era esconderse bajo las sábanas y esperar que el Hombre Pegajoso desapareciera.

Pero no desaparecía. Ahora lo seguía a todas partes: lo veía en la escuela, reflejado en los charcos de agua, y hasta en los espejos.

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La Llamada de Ayuda

Con el tiempo, Santiago comenzó a evitar a todos. No quería jugar con otros niños, no comía, y sus noches estaban plagadas de pesadillas. Sus padres, preocupados, lo llevaron a un médico, quien les explicó que Santiago podía estar experimentando un trastorno llamado esquizofrenia.

Sin embargo, Santiago no entendía lo que significaba esa palabra. Para él, los monstruos eran reales. Especialmente el Hombre Pegajoso, que ahora comenzaba a susurrarle cosas al oído, cosas aterradoras:
“Tus padres no te quieren.”
“Nadie puede salvarte.”
“Abre el armario y verás lo que realmente soy.”

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El Encuentro Final

Una noche, Santiago decidió enfrentarse a su mayor miedo. Estaba cansado de correr, de esconderse. El Hombre Pegajoso apareció de nuevo, sonriendo como siempre, señalando hacia el armario.

Con pasos temblorosos, Santiago abrió la puerta del armario. No había nada dentro al principio, solo oscuridad. Pero, de repente, algo salió. Era una amalgama de formas grotescas, rostros deformes que se contorsionaban, manos que intentaban atraparlo. Santiago gritó y se desmayó.

Cuando despertó, estaba en un hospital. Sus padres estaban junto a él, llorando. Había comenzado su tratamiento y, por primera vez, empezó a entender lo que pasaba. Los monstruos no eran reales, pero el miedo que sentía sí lo era.

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La Verdad Detrás del Miedo

Santiago ahora vive con sus padres, siguiendo un tratamiento que le ayuda a lidiar con su esquizofrenia. Los monstruos no han desaparecido del todo, pero sabe que no son reales, aunque siguen siendo aterradores.

Al final, Santiago aprendió que no estaba solo. Había muchas personas como él, que luchaban contra sus propios "monstruos".

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Por desgracia, esto le pasa a personas reales.

La esquizofrenia es un trastorno que puede ser aterrador, tanto para quienes lo experimentan como para quienes están a su alrededor. No es algo que deba tomarse a la ligera ni romantizarse. Las personas que la padecen necesitan apoyo, comprensión y tratamiento adecuado para vivir una vida plena.

Si tú o alguien que conoces enfrenta síntomas similares, busca ayuda profesional. La esquizofrenia no es un monstruo invencible; con el apoyo adecuado, se puede superar.

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