Capitulo 41: El lobo traicionado.

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Era una noche oscura cuando una familia conducía por un camino de tierra en las afueras de la ciudad. En el asiento trasero, un pequeño perro de ojos brillantes, llamado Max, miraba a su dueño, sin saber que sería la última vez. Cuando llegaron a una zona apartada del bosque, el coche se detuvo, y con un gesto frío y apresurado, el dueño bajó al perro y volvió a subirse al coche sin mirar atrás.

Max, confundido y angustiado, intentó perseguir el coche. Sus patitas, débiles y desgastadas, no le permitían mantener el ritmo de aquel vehículo que se alejaba cada vez más rápido. Sin embargo, el impulso por alcanzar a sus dueños lo hizo correr con todas sus fuerzas. En medio de esa carrera desesperada, un camión apareció en la carretera y lo atropelló. La noche quedó en silencio, y el bosque cubrió la escena de sombras.

Al caer la última gota de lluvia sobre su pequeño cuerpo, una figura oscura emergió de entre los árboles. Era Asus, el justiciero de las sombras, quien rondaba el bosque en busca de almas traicionadas. Al ver al pequeño Max, una profunda compasión se encendió en el espíritu de Asus. Con un gesto solemne, tocó el cuerpo del perro, y un rayo oscuro envolvió a Max. Su cuerpo comenzó a transformarse, alargándose y tomando una forma poderosa y temible.

Max volvió a abrir los ojos, pero ya no era el mismo. Su pelaje se había vuelto negro como la noche, y sus colmillos relucían con un brillo espectral. Sus ojos ahora eran los de un lobo demoníaco, lleno de ira y justicia.

Con su nueva forma, Max recorrió los lugares donde había sido abandonado, buscando a quienes traicionaban y dañaban a los inocentes. No pasó mucho tiempo antes de que encontrara a sus antiguos dueños. Los observó desde las sombras mientras ellos vivían su vida, ajenos a la oscura presencia que los vigilaba. Cuando finalmente se dieron cuenta de que algo extraño ocurría, ya era tarde. Max los confrontó, su imponente figura y su mirada intensa los llenaron de un miedo indescriptible.

No se necesitaban palabras para que ellos comprendieran su error. El lobo demoníaco, nacido de su traición y resucitado por la justicia de Asus, se convirtió en una advertencia viviente: en el bosque, todo acto de traición y abandono encontraría su castigo, y aquellos que despreciaran la lealtad del inocente serían cazados por la misma sombra que un día abandonaron.

Desde entonces, se dice que en el bosque vive un lobo oscuro, vigilante y justiciero, que sigue a los traidores, los encuentra y, sin piedad, les hace enfrentar el terror de sus propios actos.

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