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-Bad Family-
Era una tarde de otoño cuando T/n estaba en su habitación, con su laptop abierta mientras hablaba con Jay por videollamada. Las hojas de los árboles danzaban afuera de su ventana, creando sombras que parecían reflejar su estado emocional. Aunque sonreía y trataba de mostrarse animada, Jay podía notar el cansancio detrás de sus ojos. La conversación fluía con normalidad hasta que, de repente, la voz estridente de su madre resonó en el fondo.
—¡Nunca haces nada bien! ¡Ni siquiera sé por qué lo intento contigo! —gritó la mujer desde el otro lado de la casa.
Jay se quedó en silencio, observando cómo T/n hacía un esfuerzo visible por mantener su sonrisa, como si esas palabras no hubieran atravesado su corazón. Pero el leve temblor en sus manos y la forma en que desviaba la mirada le contaron otra historia.
—¿Todo está bien? —preguntó Jay con suavidad, inclinándose un poco hacia la cámara, su preocupación evidente.
—Sí, todo está bien. —T/n trató de sonar convincente, pero la debilidad en su voz la traicionó.
Antes de que Jay pudiera insistir, la puerta de su habitación se abrió de golpe, y su hermana entró con un aire de superioridad.
—Mamá tiene razón, T/n. Deberías escucharla. Siempre estás haciendo todo mal. —La hermana lanzó el comentario con una frialdad que hizo que la sonrisa de T/n desapareciera lentamente.
Jay observó cómo la expresión de T/n se tornaba sombría, pero ella no dijo nada, simplemente asentía como si esas palabras fueran una verdad absoluta que no podía contradecir.
Unos días después, Jay decidió pasar tiempo con T/n en persona. La invitó a su apartamento para hornear galletas, una actividad que sabía que la relajaba. Mientras trabajaban juntos en la masa, T/n comenzó a reír genuinamente por primera vez en días. Jay se sintió aliviado al verla sonreír de esa manera, sus mejillas manchadas con un poco de harina después de que él jugara a salpicarla.
—Eres pésima decorando galletas, pero al menos lo haces con estilo. —Jay bromeó mientras le mostraba una galleta que tenía más glaseado que forma.
—Bueno, alguien tiene que ser el desastre creativo, ¿no? —respondió T/n, riendo mientras empujaba suavemente a Jay con el hombro.
El momento parecía perfecto, un pequeño refugio de felicidad en medio de la tormenta que ella vivía. Pero la paz se rompió cuando la puerta se abrió de golpe, y su madre y su hermana entraron al apartamento con expresiones de desdén.
—Oh, mira quién está jugando a ser ama de casa. —Su madre rió, observando cómo T/n sostenía el rodillo con torpeza.
—¿De verdad, T/n? Hasta cocinar galletas parece mucho para ti. —La hermana añadió con una sonrisa sarcástica.
