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C U T E ~ T E A C H E R
~J A K E~
Era un día soleado en el instituto, y Jake, el joven profesor de música, organizaba los papeles en su escritorio mientras los estudiantes salían del aula uno por uno. Era su última clase del día, pero no se sentía cansado; algo en el entusiasmo de sus alumnos siempre lograba alegrarle. Especialmente el de T/n, su estudiante más vivaz y tierna.
Ella siempre era la última en salir, cargando esa mezcla de timidez y valentía que lo hacía sonreír. Ese día no fue diferente. Cuando la mayoría de los estudiantes ya se habían ido, T/n se acercó tímidamente a su escritorio con una pequeña carta en sus manos, decorada con pegatinas y caligrafía cuidadosa.
—Oppa... digo, profesor Sim... esto es para usted. —T/n extendió la carta con ambas manos, haciendo una ligera reverencia. Jake parpadeó sorprendido, pero aceptó la carta con una sonrisa.
—¿Para mí? ¿Qué es esto, T/n? —preguntó, fingiendo un tono serio mientras miraba la carta.
—Solo... una pequeña nota. Para agradecerle todo lo que hace por nosotros. —Ella bajó la mirada, moviendo nerviosamente los pies.
Jake abrió la carta con cuidado y comenzó a leer. Estaba escrita con ternura y decía cosas como: "Espero que siempre seas feliz, Oppa, porque te lo mereces. Gracias por ser el mejor profesor. Eres una gran inspiración para mí y me haces querer esforzarme más cada día. Deseo todas las cosas lindas del mundo para ti. ¡Por favor, cuida tu salud y no trabajes demasiado!"
Cuando terminó de leer, levantó la vista hacia T/n, quien lo miraba con un ligero rubor en las mejillas. Su corazón se llenó de ternura al verla tan sincera y dulce.
—T/n, esta carta es preciosa. De verdad, gracias. —dijo con una sonrisa cálida. —Tienes un gran corazón, y estoy seguro de que lograrás todo lo que te propongas. Siempre estaré apoyándote como tu profesor, ¿de acuerdo?
T/n asintió tímidamente, pero luego, reuniendo valor, levantó la mirada y dijo: —Entonces... ¿cuando tenga 18 años, serás mi novio, Oppa?
Jake soltó una carcajada genuina, llevándose una mano a la frente. La pregunta era tan inocente y directa que no pudo evitar reírse.
—T/n, eres demasiado tierna. —respondió, intentando no sonrojarse por la sinceridad de la pregunta. —Pero yo te veo como a mi hermanita menor. ¿Sabes lo mucho que me preocupas? Quiero que encuentres a alguien especial que te haga feliz, alguien que sea perfecto para ti.
T/n infló las mejillas, claramente no satisfecha con la respuesta, pero la risa de Jake la hizo reír también.
—Está bien... pero lo pensaré de nuevo cuando tenga 18. —murmuró, con una sonrisa traviesa antes de salir corriendo del aula.
Jake negó con la cabeza, divertido. Era imposible no encontrar adorable esa mezcla de valentía y torpeza en ella. Suspiró, guardando la carta cuidadosamente en su escritorio.
Sin embargo, antes de alejarse completamente, T/n se detuvo, dándose la vuelta con un toque de seriedad inesperada.
—De verdad, Oppa. Gracias por ser tan bueno conmigo... con todos nosotros. Eres una de las personas más increíbles que he conocido.
Jake sintió un pequeño nudo en la garganta. Era raro escuchar a alguien, especialmente una estudiante, expresarse de manera tan genuina. Asintió lentamente.
—Y tú eres una de las estudiantes más brillantes y llenas de vida que he conocido. Sigue siendo así, ¿vale?
Ella sonrió ampliamente, y esta vez sí salió del aula, dejando a Jake con una mezcla de ternura y gratitud. Guardó cuidadosamente la carta en su maletín, pensando en lo bonito que era recibir ese tipo de sinceridad.
—Qué chica tan especial. —murmuró para sí mismo, antes de recoger sus cosas para irse a casa, con una sonrisa que no podía borrar de su rostro.
Unos días después, Jake estaba concentrado revisando unas partituras en su escritorio mientras los estudiantes trabajaban en un ejercicio grupal. T/n, quien había terminado su tarea un poco antes que los demás, lo observaba desde su lugar. Algo en la forma en que Jake se inclinaba hacia adelante, completamente inmerso en su trabajo, le parecía entrañable.
Sin pensarlo demasiado, se levantó y se acercó en silencio. Jake, absorto en sus notas, no se dio cuenta de su presencia hasta que sintió un par de brazos pequeños rodear su espalda desde atrás.
—¿T/n? —preguntó, sorprendido, girando levemente la cabeza para verla.
—Gracias por ser tan increíble, Oppa. —murmuró ella contra su hombro, cerrando los ojos por un momento.
Jake se quedó paralizado por un segundo, pero luego sonrió con ternura. Aunque no estaba acostumbrado a ese tipo de afecto repentino, entendía que T/n siempre actuaba desde el corazón.
—¿Qué pasa con este abrazo tan de repente? —preguntó, divertido, mientras daba unas palmaditas ligeras en las manos de T/n que aún lo rodeaban.
—Solo quería darte las gracias. Por ser tú. —respondió ella, alejándose un poco pero con una sonrisa brillante en su rostro.
Jake soltó una risa suave, mirándola como quien mira a una hermana menor un poco traviesa pero adorable.
—Eres demasiado linda, ¿lo sabes? —dijo mientras volvía a las partituras. —Pero la próxima vez avísame. Casi me da un susto.
—No sería tan divertido si te avisara. —replicó ella, riendo, antes de regresar a su lugar bajo la atenta mirada del resto de los estudiantes, que la observaban con curiosidad.
Jake negó con la cabeza, todavía sonriendo, mientras pensaba en lo afortunado que era de tener estudiantes tan especiales como ella.
Por la tarde, cuando la clase terminó y todos comenzaban a recoger sus cosas, Jake se acercó a T/n con una pequeña sonrisa. Llevaba en la mano un cuaderno que sabía que era suyo, olvidado sobre el escritorio.
—Nena, no puedes irte sin esto. —dijo, extendiéndoselo.
Ella tomó el cuaderno, pero antes de que pudiera agradecerle, Jake se inclinó un poco hacia ella.
—Gracias por el abrazo de hoy. A veces me olvido de lo mucho que puede alegrarme un gesto así. Saluda a tus Padres de mi parte —susurró con sinceridad dandole una palmadita sobre tu cabeza.
T/n lo miró con ojos brillantes y una sonrisa tímida, mientras él le guiñaba un ojo antes de salir del salón. Ella se quedó de pie unos segundos, con las manos apretadas contra el cuaderno, sintiendo cómo su corazón se aceleraba.
"Un día, Oppa," pensó para sí, "cuando sea mayor, te haré tan feliz como tú me haces a mí."
Con esa promesa silenciosa, salió del salón, lista para un nuevo día lleno de sueños e ilusiones.
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