Sarah tiene que compaginar el amor que siente su hermano por ella con el odio que el chico al que ama irradia hacia su sangre, mientras las fuerzas oscuras intentan destruirla.
El apellido de Sarah resulta una carga muy pesada para ella, sobre todo...
Después de haber ido a la enfermería, y que allí la señora Pomfrey le dijera que su amiga se había ido hacía un rato, Sarah la buscó en la sala común de la torre Gryffindor y en su dormitorio, pero no encontró a Hermione en ninguno de estos lugares.
Recordó la vieja costumbre de Hermione de ir a llorar a los baños públicos. Allí fue en primero cuando Ron la insultó, en segundo cuando les salió mal la poción multijugos, y algunas veces en tercero cuando Pansy se metía con ella, o cuando se ponía a pensar que iba a suspender alguna materia. De modo que fue a buscarla al baño de Myrtle la Llorona.
No se sorprendió para nada al encontrarse a su amiga lavándose la cara. Lo que la dejó con mal cuerpo fue la amplia sonrisa que esta le dirigió al verla, a través del espejo.
—¿Por qué sonríes? Harry me ha contado lo que te ha pasado y yo de ti no tendría muchas razones para...
Pero se calló al fijarse en los dientes de su amiga. La señora Pomfrey se los había arreglado, sin duda, pero había algo de diferente en ellos. Eran más pequeños. Ahora tenían una talla normal.
—Madame Pomfrey estaba haciendo un encantamiento reductor para achicarlos, me dijo que la avisara cuando volvían a su tamaño normal y yo simplemente esperé un poco más. Mis padres van a matarme.
—¿No eran dentistas y estaban orgullosos de tus dientes? —le preguntó Sarah.
Hermione asintió con pesadez pero volvió a sonreír mostrando sus perfectos dientes.
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Sarah estiró la silla y se sentó de mala gana en ella. Draco se acomodó frente a su amiga y esperaron en silencio a que alguien de las Tres Escobas viniera a tomarles nota.
El colegio les había dado por fin permiso para ir de excursión a Hogsmeade, y Sarah no había dudado en aprovechar la oportunidad. Incluso si su primera idea fue ir con la capa de invisibilidad puesta, se conformó con tomarse una fría cerveza de mantequilla bajo las miradas de todos los estudiantes que había cerca.
La razón por la que estaba algo enfadada era esa: que no había podido ir al pueblo con la capa puesta. Su hermano había desaparecido con ella por la mañana antes de que ella pudiera pedírsela, y ahora acababa de ver a Hermione hablando sola en una mesa cercana a la suya, por lo que había comprendido que Harry se encontraba con ella.
—¿Con quién habla Granger? —preguntó Draco mirándola con desdén.
Rosmerta volvió a la mesa de los chicos con sus bebidas, y Sarah le agradeció con una media sonrisa.
—Estará repasando Encantamientos —dijo Sarah rápidamente, e hizo que su amigo apartara la vista de Hermione—. ¿Sabes que el martes es la primera prueba?
