Sarah tiene que compaginar el amor que siente su hermano por ella con el odio que el chico al que ama irradia hacia su sangre, mientras las fuerzas oscuras intentan destruirla.
El apellido de Sarah resulta una carga muy pesada para ella, sobre todo...
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Capítulo 15:
Hedwig
Cuando Harry llegó preocupado al Gran Comedor, su hermana ya estaba allí. Sentada sola a la mesa de Gryffindor, Sarah desayunaba con apariencia de estar en las nubes. Harry se acercó hasta ella dando zancadas, seguido de Ron y Hermione, y los tres tomaron asiento alrededor de la pelirroja y la miraron expectantes.
—¿Qué? —preguntó Sarah alejando de su boca la tostada que estaba a punto de morder.
—¿No lo has visto? —le dijo su hermano en voz baja.
Sus tres amigos parecían consternados.
—¿Ver el qué? —volvió a preguntar.
Entonces Neville, Dean, Fred, George y Ginny formaron un corro a su alrededor.
—¿Lo habéis visto?
—¿Creéis que lo sabe?
—¿Qué coño pasa? —quiso saber Sarah comenzando a impacientarse.
—¿Qué pensáis hacer?
Todos miraban fijamente a Harry y a Sarah.
—Seguiremos adelante de todos modos, desde luego —dijo Harry con serenidad.
—Sabía que dirías eso —repuso George, sonriente, y le dio una palmada en el brazo.
Sarah tiró la tostada al plato con brusquedad.
—¿Alguien me puede decir qué cojones pasa?
—¿No has leído el cartel del tablón de anuncios? —le preguntó George.
—No. ¿Qué pone?
—Un nuevo decreto de enseñanza de Umbridge —contestó Hermione—. Todos los equipos, grupos, clubes, asociaciones y demás han sido prohibidos y tienen que pedir un permiso a Umbridge para volver a formarse.
—¿Qué? —fue lo único capaz de decir Sarah. No podía creerse lo ridícula que podía resultar aquella mujer— ¿Qué será lo siguiente? ¿Tendré que pedirle permiso cada vez que quiera utilizar mi varita?
—Pues no me extrañaría que de eso tratase el siguiente decreto —terció Ginny.
—Mirad, ahí vienen Ernie y Hannah Abbott —observó Ron, que había girado la cabeza—. Y esos de Ravenclaw y Smith... Y ninguno tiene muchos granos.
Hermione parecía alarmada.
—¿Por qué deberían tener granos? —se extrañó Sarah, tan perdida como siempre.
—Olvídate de los granos. ¿Se han vuelto locos? No pueden venir aquí ahora, resultará sumamente sospechoso. ¡Sentaos! —les dijo a Ernie y a Hannah sin que se la oyera, pero moviendo exageradamente los labios y haciéndoles señas para que regresaran a la mesa de Hufflepuff—. ¡Más tarde! ¡Ya... hablaremos... más tarde!
