Sarah tiene que compaginar el amor que siente su hermano por ella con el odio que el chico al que ama irradia hacia su sangre, mientras las fuerzas oscuras intentan destruirla.
El apellido de Sarah resulta una carga muy pesada para ella, sobre todo...
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Capítulo 4:
Realmente no todo el mundo en Slytherin es malo
La puerta del dormitorio de las chicas fue cerrada con un chasquido por la señora Weasley.
—Mañana nos espera un día muy ajetreado —les había dicho la mujer—. Espero que Ginny ya esté dormida —añadió—, así que intentad no despertarla.
Sarah no pudo evitar sonreír con malicia ante esas palabras pues estaba claro que la menor de los Weasley estaría despierta esperando a que sus amigas le contaran todo lo que los miembros de la Orden les habían dicho. Y así fue. En cuanto la puerta se cerró, una lámpara de escritorio se encendió iluminando la estancia y Hermione y Sarah vieron a Ginny con el pijama puesto y sentada en su cama, mirándolas con complicidad.
Las dos mayores se cambiaron y las tres se metieron en la cama donde, una vez la señora Weasley volvió a pasar para asegurarse de que estaban dormidas, las dos amigas le contaron a Ginny todo lo que habían descubierto sobre Voldemort.
Cuando terminaron, Ginny parecía no tener ni una pizca de sueño, pues quería comentar con sus amigas lo que los adultos les habían contado. Pero Sarah solo participó en la conversación al principio, se fue quedando dormida poco a poco. A pesar de estar acostada entre las dos chicas, estaba tan cansada que aquello no fue un problema para adentrarse en el mundo de los sueños.
A Sarah aquel mundo no le resultaba nada placentero; más bien todo lo contrario. En el se encontró con Cedric, cara a cara. El Hufflepuff estaba despeinado, con la cara llena de arañazos y su uniforme amarillo manchado de barro y de sangre. Con una mano sujetaba con firmeza su varita, que desprendía una débil luz azul. Sarah se dio cuenta de que estaba justo delante de un precipicio cuyo final no era visible y connotaba oscuridad y muerte. Cedric jadeaba y mirada fijamente a Sarah, aunque no parecía verla realmente. De pronto, como si saliera del pecho de Sarah, un potente rayo de luz verde fue disparado hacia Cedric Diggory, que ante el impacto soltó su varita y se avecinó lentamente hacia el precipicio.
Sarah se incorporó en su cama, agitada y sudorosa. Le tomó unos segundos volver a la realidad y darse cuenta de que estaba en la misma habitación que Ginny y Hermione. Ninguna de estas dos se había despertado y sus respiraciones sonaban tranquilas a ambos lados de Sarah. Se limpió las lágrimas de la cara y al regresar la vista al frente vio algo extraño iluminado por la tenue luz que entraba por la ventana producida por las farolas de la calle. Era una especie de silueta menuda, probablemente un albornoz colgando de la puerta, pensó Sarah, pero soltó un grito de terror cuando la silueta se movió bruscamente y oyó a una voz murmurar:
—Sangres sucias y traidores durmiendo en la habitación de mi ama... si ella supiera...
Hermione y Ginny se despertaron sobresaltadas y al oír igualmente a lo que fuera que estaba en la habitación con ellas, las tres se abrazaron y gritaron. Espantadas, vieron como la puerta se abría bruscamente, dejando entrar la luz del pasillo, y a Fred y a George entrando en la habitación con aire de preocupación. Le dieron al interruptor del cuarto y todos tuvieron una mejor visión de lo que ocurría.
