ii. 3. las aparentes intenciones de voldemort

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Capítulo 3:


Las aparentes intenciones de Voldemort

¿Por qué no podían hacer ruido en los pasillos? ¿Por qué aquella casa parecía la casa del mago más tenebroso que existiera? ¿Por qué no podían asistir a aquella reunión tan extraña? Y lo más importante, ¿por qué olía tan condenadamente mal? Eran l...

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¿Por qué no podían hacer ruido en los pasillos? ¿Por qué aquella casa parecía la casa del mago más tenebroso que existiera? ¿Por qué no podían asistir a aquella reunión tan extraña? Y lo más importante, ¿por qué olía tan condenadamente mal? Eran las preguntas que se formulaba Sarah mientras la señora Weasley guiaba a los mellizos a la habitación en la que se encontraban Hermione y Ron. Sarah ansiaba verlos, aunque más bien porque quería hacerles mil preguntas y pedirles cientos de explicaciones; era más bien por eso que por el hecho de extrañarlos. De hecho, conforme subían por las escaleras, una sensación de calor y furia se apoderaba de ella.

—Señora Weasley, ¿por qué...?

—Ron y Hermione os lo explicarán todo, queridos. Lo siento, pero tengo mucha prisa —les susurró la señora Weasley sin prestarles atención—. Mirad —dijo cuando llegaron al segundo rellano—, tu puerta es la de la derecha, Harry. Hermione te mostrará vuestra habitación, Sarah. Ya os avisaré cuando termine la reunión.

Y dicho eso, bajó apresuradamente la escalera.

Los mellizos cruzaron el lúgubre pasillo mirándose justo antes de que Sarah girara el pomo de la puerta y ambos la abrieran y la atravesaran. Hermione no tardó en lanzarse sobre ellos y abrazarlos con mucha fuerza. Sarah sabía que tenía una mueca de aturdimiento dibujada en el rostro.

—¿Estáis enfadados con nosotros? ¡Oh, seguro que lo estáis! Perdonad por no haberos contestado a las cartas, Dumbledore no nos dejaba contaros nada.

A pesar de las excusas que pusieron tanto Ron como Hermione, ni Harry ni Sarah pudieron evitar gritar enfadados aquella noche. Un rato después, cuando Sarah estaba al borde del llanto y ambos hermanos habían pronunciado todas las preguntas a las que sus amigos eran capaces de responder, los mellizos se sentían culpables por haberles gritado de esa forma.

Fred y George se aparecieron en la habitación, animando a Sarah un poco. La abrazaron en contra de su voluntad, la chica se deshizo rápidamente de sus brazos.

—Bonito piercing —comentaron al unísono los gemelos.

—¡Te has agujereado la nariz! —exclamó entonces Hermione—. ¡No me había fijado!

—Vaya, dicho así suena un poco mal.

—¿Te dolió? —quiso saber Ron. Sarah asintió haciendo una mueca de dolor. Los demás la imitaron.

Los gemelos propusieron bajar para escuchar la reunión de la Orden del Fénix con orejas extensibles: unos artículos que habían creado que permitían escuchar conversaciones ajenas de manera indetectable.

Entonces se abrió la puerta y por ella entró una larga cabellera pelirroja.

—¡Hola, Harry! ¡Hola, Sarah!—saludó alegremente la hermana pequeña de Ron, Ginny—. Me pareció oír vuestra voz. — Miró a Fred y a George, y añadió—: No vais a conseguir nada con las orejas extensibles. Mamá le ha hecho un encantamiento de impasibilidad a la puerta de la cocina.

SARAH'S HISTORY - DRACO MALFOY / SH#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora