ii. 28. el quisquilloso

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Capítulo 28:

El Quisquilloso

 —Se parece a tu madre —dijo Sarah señalando la fotografía de Bellatrix Lestrange que aparecía en la portada de El Profeta de aquella mañana

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—Se parece a tu madre —dijo Sarah señalando la fotografía de Bellatrix Lestrange que aparecía en la portada de El Profeta de aquella mañana.

Aparte de ser la única mujer de los diez mortífagos que habían escapado la noche anterior de Azkaban, era sin duda la que más destacaba. Llevaba el cabello largo y era castaño, pero en la fotografía tenía aspecto de desgreñado y sucio, aunque Sarah lo había visto bien arreglado, denso y reluciente en una fotografía que Kreacher conservaba en su pequeña guarida debajo de la caldera. La bruja miraba a Sarah y a Draco fijamente con ojos de párpados caídos y una arrogante y desdeñosa sonrisa en los finos labios. Como Sirius, conservaba vestigios de la antigua belleza que algo, quizá Azkaban, le había robado.

«Bellatrix Lestrange, condenada por torturar a Frank y Alice Longbottom hasta causarles una incapacidad permanente.», rezaba debajo de la fotografía.

Draco asintió.

—Pero mi madre está más cuerda.

Sarah sonrió y lo besó en la mejilla. Dejaron el periódico a un lado y siguieron desayunando como si nada ocurriera.

Sarah se preguntaba si Bellatrix se refugiaría en casa de Draco, si Draco ya sabría que aquella fuga iba a ser perpetrada antes de que ocurriera, y qué pensaba él al respecto. Pero como era obvio no formuló ninguna de aquellas preguntas, no queriendo arruinar el buen humor que tenía el Slytherin esa mañana.

Tampoco tocaron tema durante los días siguientes, pese a que era de lo que más se hablaba en el Castillo. Aunque eran pocos los alumnos que recibían El Profeta, estos se habían encargado de filtrar la noticia a todos los demás, y en poco tiempo el ambiente se volvió casi caótico. Rumores de que los mortífagos convictos se habían visto por Hogsmeade circulaban por todas partes, y lo que a Sarah más le molestaba era que Fudge se había encargado de hacer creer a todos que Sirius los había ayudado a escapar y se había erigido como su líder.

Pero aquella no era la única preocupación de Sarah: Umbridge había puesto a Hagrid en periodo de prueba. Para disgusto de Sarah, Harry, Ron y Hermione, no mucha gente parecía disgustada con aquella noticia, más bien al contrario.

—Si a Hagrid le dejaran hacer su trabajo como a él le gustaría, estoy segura de que a mucha gente le encantarían sus clases —se quejó Sarah delante de sus amigos un día de camino al Gran Comedor.

—Si a Hagrid le dejaran hacer su trabajo como a él le gustaría —repuso Ron—, probablemente uno de nosotros ya habría fallecido. Probablemente nos habría obligado a educar a alguna cría de dragón, o a enseñar modales a una esfinge.

Sarah contuvo una risa, sintiéndose en parte culpable por pensar que su amigo llevaba algo de razón. Hagrid raramente ocultaba su fascinación hacia las criaturas fantásticas: cuanto más impresionantes fueran mejor.

SARAH'S HISTORY - DRACO MALFOY / SH#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora