i. 33. volviendo a la realidad

5.6K 572 89
                                    


Capítulo 33: Volviendo a la realidad

Dumbledore le pidió a la profesora McGonagall que se quedara vigilando a Crouch mientras que él llevaba a los mellizos arriba. Sarah supuso que irían a su despacho. Le pidió a Snape que llamara a la enfermera para llevar al verdadero Moody a la enfermería; él estaría allí dentro de media hora. Al salir, Dumbledore se dirigió a ellos:

—Antes que nada, quiero que vengáis a mi despacho —les dijo en voz baja, mientras se encaminaban hacia el pasadizo—. Sirius nos está esperando allí.

Durante el camino hacia el despacho de Dumbledore, Sarah por fin se sintió a salvo y feliz por estar en el castillo ambos hermanos. Hasta entonces la había invadido una horrible sensación de irrealidad y de agonía, como si los recuerdos del cementerio en el que acababan de estar la estuviesen persiguiendo y atormentando. Pero la mención del nombre de Sirius fue lo que la hizo volver a una estabilidad mental.

—Profesor —murmuró—, ¿dónde están los señores Diggory?

—Están con la profesora Sprout —dijo Dumbledore. Su voz, tan impasible durante todo el interrogatorio de Barty Crouch, tembló levemente por vez primera—. Es la jefa de la casa de Cedric, y es quien mejor lo conocía.

Sarah respiró profundamente e intentó no pensar en Cedric. Pensar en el Hufflepuff le hacía tanto daño que creía que ese dolor la persiguiría durante toda su vida.

Una vez los tres estuvieron ante la puerta de roble del despacho de Dumbledore, este la abrió.

Sirius se encontraba allí, de pie. Tenía la cara tan pálida y demacrada como cuando había escapado de Azkaban. Cruzó en dos zancadas el despacho.

—¿Estáis bien? ¿Harry? ¿Sarah? Lo sabía, sabía que pasaría algo así. ¿Qué ha ocurrido?

Las manos le temblaban al ayudar a Harry a sentarse en una silla, delante del escritorio. Hizo lo debido con la pelirroja y se quedó de pie detrás de ella, sujetando sus hombros. La chica se sentía segura ante el tacto de su padrino.

—¿Qué ha ocurrido? —preguntó, más apremiante Sirius.

Entonces Dumbledore procedió a explicarle al animago todo y cuanto Barty Crouch les había relatado hacía tan solo unos minutos. Harry escuchaba a medias, y Sarah solo prestó atención al principio. Ambos estaban tremendamente cansados y les dolía todo el cuerpo. El impacto que habían sufrido de la maldición Cruciatus los había dejado con una sensación de profunda opresión en el pecho.

Cuando Dumbledore dejó finalmente de hablar y clavó su mirada en los mellizos, estos supieron que los iba a interrogar. Les haría revivirlo todo.

—Necesito saber qué sucedió después de que tocasteis el traslador en el laberinto —les dijo.

Sarah empezó a temblar ligeramente y Sirius apretó su hombro con más fuerza.

—Podemos dejarlo para mañana por la mañana, ¿no, Dumbledore? —se apresuró a observar Sirius. —. Dejémoslos dormir. Que descansen.

Pero Dumbledore se rehusó en plano a que eso sucediese, insistió en que lo mejor era hacer partícipes a los dos adultos de lo que había pasado en el cementerio. Sarah miró a Harry para ver cómo empezaban.

Harry respiró hondo y tomó la palabra, facilitándole las cosas a su hermana. Harry sabía que Sarah estaba mucho más traumatizada que él, no quería que ella tuviese que recordarlo todo y hablarlo en voz alta, por lo menos no tan pronto.

Conforme Harry iba relatando la historia, Sarah añadía monosílabos y asentía con la cabeza de vez en cuando. Cuando el azabache llegó a la parte en la que Colagusano les había hecho un corte en el brazo, Sirius ahogó un grito y Dumbledore se levantó alarmado y les ordenó que les enseñaran el corte. Ambos adolescentes se arremangaron, sintiendo el ardor de la tela rozando las heridas abiertas, y mostraron aquello que serían unas cicatrices de por vida.

SARAH'S HISTORY - DRACO MALFOY / SH#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora