ii. 1. noemí

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Capítulo II. 1

Noemí



Los ojos avellana de Sarah siguieron con atención los pasos del cobrador del estanco

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Los ojos avellana de Sarah siguieron con atención los pasos del cobrador del estanco. Era un tipo joven, no superaría los veinte años. Aún así se ponía nerviosa cada vez que iba a su local y le pedía tabaco. Hasta ahora el veinteañero no había parecido percatarse de que la chica tenía tan solo quince años. Finalmente le dio la caja y le cobró.

—Gracias —murmuró Sarah antes de tomar la cajetilla del mostrador y salir a la calle.

Fumar era algo que Sarah siempre veía hacer a Dudley y a su pandilla de estúpidos amigos, y que siempre había querido probar. Una tarde decidió jugársela e intentar comprar en el estanco que había dos calles abajo del número 4 de Privet Drive, y tuvo éxito.

Le ofreció a Harry pero una vez su hermano los probó exclamó, tosiendo, que aquello era nefasto y que jamás quería volver a meterse eso en los pulmones.

Fue hasta el parque de la avenida, se sentó en uno de los maltratados y viejos columpios, sacó un cigarrillo que se colocó entre los labios y lo encendió con un mechero que le había robado a su primo.

El parque estaba vacío pues era tarde, pero aún así no le importaba demasiado que sus vecinos la vieran fumando. Le daba bastante igual si sus tíos se enteraban de su nuevo vicio. Conociéndolos, lo único que les importaría sería el qué dirán. Pero, ¿qué hubieran hecho al respecto? ¿Castigarla? Vivir con sus tíos era en sí un castigo permanente para los mellizos.

Aquella tarde Sarah no había cogido ningún libro, solamente le apetecía salir a pensar. En casi un mes que llevaban de verano solo le habían escrito dos personas. La primera y la más obvia había sido Draco, que no había tardado ni dos días desde el final del curso en interesarse por su estado. Se habían estado carteando todas las semanas y ya se habían visto en un par de ocasiones.

Como el Slytherin le prometió el curso pasado en el tren de vuelta a Londres, en cuanto él volviera de España con su madre concertarían una cita y podrían verse. La primera vez se vieron fue en la Mansión Malfoy, que se había quedado sola a excepción de Draco y de los elfos domésticos. La casa era tal y como Sarah se la había imaginado: enorme, elegante y algo oscura. Este último detalle de la imaginación de Sarah se debía a la afinidad de sus padres, en concreto de Lucius, por las artes oscuras. También tenía unos pavos reales hermosos y completamente blancos, que fascinaron a la chica.

Pasaron una tarde muy agradable en casa del chico, que le mostró el precioso y gigantesco jardín que tenía, la inmensa librería con gran diversidad de obras, y tuvieron tiempo para ellos dos.

Su segunda cita fue algo menos agradable. Sarah convenció a Draco para ir a una cafetería muggle. Al rubio no le gustó nada la idea y estuvo gran parte del tiempo quejándose de numerosas cosas y riéndose de los muggles.

SARAH'S HISTORY - DRACO MALFOY / SH#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora