SARAH'S HISTORY - DRACO MALFOY / SH#1

ii. 8. bowtruckles

Capítulo 8:

Bowtruckles

—Ha sido una mierda —le confesó Sarah a Draco aquella tarde—. No creo que utilicemos las varitas en todo el curso.

—¿En serio? —Draco no terminaba de creerse lo que Sarah le había contado de su primera clase de Defensa, si todavía podía llamarse así la asignatura.

—Sí, y encima ha castigado a Harry todas las tardes de la semana, solo por decir la verdad...

A Sarah le molestaba mucho aquella injusticia. Sí, Harry se había pasado con el tono, pero Umbridge le estaba mintiendo a toda la clase, y los chicos de esa edad eran demasiado manipulables, no podían dejar que esa arpía les comiese la cabeza.

Draco y Sarah estaban tumbados viendo el atardecer en el claro del bosque. Dentro de poco daría el toque de queda de los de Quinto, pero por ahora no pensaban en moverse.

—Espero que los de Slytherin no os creáis todas sus patrañas —deseó Sarah, aunque sabía que era menos probable que los de Slytherin creyesen en las palabras de Umbridge.

—No te preocupes por eso —Draco pensaba igual que ella—. Lo bueno es que no te ha castigado a ti también.

—¿Por qué había de castigarme a mí? No he abierto la boca.

—Ya, pero podría haberte metido en el mismo saco sin perder nada.

Sarah reflexionó, y pensó en que aquello podría haber ocurrido. Ya había sido una injusticia, sin problemas podría haber sido una doble injusticia.

—Al final no hemos ido a la biblioteca —le dijo Sarah angustiada tras un breve silencio.

Draco puso una mueca. Ambos chicos habían pasado la tarde juntos, y no habían tocado una pluma aún sabiendo la montaña de deberes que se les acumulaba.

—Bueno, mañana me salto Historia de la Magia y avanzo un poco —dijo Draco despreocupándose.

—A mí Hermione no me deja saltarme nada —rió Sarah.

—¿Es que no puedes desobedecer a doña Perfecta?

—Podría hacerlo, pero sería peor ya que me estaría dando la tabarra con eso mucho tiempo. Prefiero ir a clase.

Draco tomó la mano de Sarah, a su lado, y volvieron a quedarse en silencio. Al rato, Sarah estaba demasiado enternecida como para resistirse, así que abrazó a Draco y así se quedaron con la compañía del plácido y característico silencio del bosque. Fue así hasta que la lluvia arruinó el momento. Sin quedarles remedio, se levantaron y corrieron por los jardines de Hogwarts pues rápidamente había comenzado a llover con más intensidad, y para cuando llegaron al castillo ambos estaban empapados.

—Maldita sea —murmuró Draco malhumorada mientras escurría su túnica.

—Bueno, voy a cambiarme y así..., así ya me quedo haciendo deberes —decidió Sarah jadeando.

Draco soltó otra maldición y Sarah lo besó en la mejilla antes de irse hacia la torre Gryffindor. El pelo le seguía chorreando cuando llegó a la torre de Gryffindor, y la señora Gorda le echó la bronca al Sarah escurrírselo frente a ella.

—¡Mimbulus Mimbletonia! —exclamó Sarah sin hacerle caso y queriendo quitarse cuanto antes la ropa mojada.

—¡Nadie piensa nunca en el trabajo del señor Filch! —le gritaba mientras Sarah pasaba por su lado.