i. 34. despedidas duras

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Capítulo 34: Despedidas duras.

Para Sarah, todo parecía perdido. Al día siguiente la invadía una sensación realmente parecida a como se sintió cuando Peter Pettigrew escapó en tercero impidiendo que Sirius fuera considerado inocente.

Barty Crouch había muerto. Bueno, no muerto exactamente, pero era como si lo estuviera: había recibido el beso de un dementor.

Poco después de quedarse dormidos los mellizos, irrumpieron en la enfermería McGonagall y Fudge, este último había entrado en el despacho de Moody con un dementor para asegurar su protección. El guardián de Azkaban no tardó demasiado en lanzarse sobre Barty al verlo.

Fudge se negaba a aceptar la versión de los mellizos sobre lo ocurrido durante la Tercera prueba en el cementerio, se negaba a aceptar la verdad sobre la muerte de Cedric. Resultaba que el ministro había leído los artículos de Rita Skeeter sobre la inestabilidad mental de Harry.

Se marchó de la enfermería con la mente cerrada y habiendo amenazado a Dumbledore sobre la dirección del colegio.

Sirius se había ido y se quedaría una temporada en casa de Lupin. Ahora la señora Weasley era consciente de la inocencia del padrino de los mellizos, y se lo haría saber a Arthur.
Snape, que en un intento de demostrarle a Fudge que se equivocaba, le había enseñado la Marca Tenebrosa que tenía grabada en su antebrazo, fue obligado por Dumbledore a darle la mano a Sirius para que ambos marcasen una "tregua" y se olvidasen de sus diferencias, cosa que todos los presentes sabían que sería imposible pues las miradas de odio y desprecio que se lanzaban lo dejaban bastante claro.

Harry y Sarah tuvieron que ver a los padres de Cedric a la mañana siguiente y les explicaron cómo había muerto su hijo. No los culparon por lo sucedido, ni mucho menos, pero a Sarah le marcó terriblemente ver sus expresiones de dolor y pena, mientras ambos sollozaban y hablaban con la voz rota.

Cuando se despidieron y se dispusieron a marcharse de la enfermería, Harry cogió de la mesita de noche la bolsa de oro, el premio del Torneo que Fudge les había lanzado con indiferencia antes de marcharse furioso la noche anterior.

—Tomen esto —le dijo a la señora Diggory—. Tendría que haber sido para Cedric: llegó el primero. Cójanlo...

Pero ella lo rechazó.

—No, es vuestro. Nosotros no podríamos... Quedaos con él.

Si se terminaban quedando con ese oro, Sarah tenía por seguro que no lo gastarían en sus vidas. Ellos no lo merecían. Por su culpa había muerto Cedric. Después de todo, ellos le habían insistido en coger la Copa los tres juntos.

Harry volvió a la torre de Gryffindor aquella noche, y Sarah salió a dar una vuelta con Draco. Hacía mucho frío como para escabullirse en el bosque o ir al Lago Negro, así que se terminaron quedado en el Gran Comedor cuando este se vació.

—¿Qué os dijo Dumbledore esta mañana? —le preguntó Sarah a Draco mientras ambos bebían una infusión que habían ido a pedir antes a las cocinas.

Temprano ese día, el director se había dirigido a todo el colegio durante el desayuno.

—Nos dijo que no os preguntáramos nada a ti y a tu hermano, ni tampoco que os molestáramos. Habló también de Cedric un poco.

Sarah entonces se dispuso a contarle a Draco más o menos lo que había pasado. Draco insistió en que no hacía falta que se lo contara en ese momento, pero Sarah le respondió que se encontraba más tranquila y se sentía preparada para hacerlo. Además de que quería decirle, por muy duro que fuera, que había visto a su padre allí. Puede que Draco no lo supiese.

SARAH'S HISTORY - DRACO MALFOY / SH#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora