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—¿Qué tal Félix?— le di un pequeño abrazo en forma de saludo. Él estaba subiendo unas cajas al yate, supongo que algunos de esos suministros que le pedí.

—Ya casi termino con esto ¿Fuiste a ver a tu familia?— me preguntó mientras cargaba la ultima caja.

—Si, y ni te imaginas con la locura con la que salió mi madre esta vez— solté una carcajada, él levanto su ceja izquierda—. No seas aburrido, tienes que adivinar.

—No lo sé, conociendo a tu madre debe ser algo completamente fuera de tu zona de confort— se sacó su camiseta, él estaba tan sudado y no pude evitar ver su torso desnudo. Muy bien Félix un 7/10.

—Se le ha metido la loca idea de que me case con un tal Patrick que conocí cuando era niña, hasta lo invitó a la casa la próxima semana para que conviviesemos— fue su turno de soltar una carcajada— ¿Lo ves?e
Es lo más trillado que me ha pedido mi madre en su vida.

—Lo que me da tanta risa es la imagen de ti casada, jugando a la casita y atendiendo a tu marido. ¡Jesús Mila! Es que no te imagino casada ni con un muñeco inflable— le di un golpe en el brazo lastimandome yo más que él, su cuerpo está muy duro.

—No seas malo, algún día encontraré a alguien.

—Mientras esperamos ese milagro podemos emprender nuestro próximo viaje— se subió al yate y me tendió la mano para ayudarme a subir.

—¿Qué hay de ti? ¿Fuiste a ver a tu familia?

—No tenía razón para hacerlo, sólo me recuerdan que soy un vago y no hago más que viajar y viajar en vez de construir una carrera, y no lo entiendo, porque cuando les dije que me interesaba estudiar fotografía tampoco me apoyaron— a él no le gustaba hablar mucho de su familia, la única vez que fui a su casa después de llegar de un viaje escuché a su padre llamarlo perdedor y bueno para nada, nada motivador cuando se supones que quieres a tu hijo sin importar que.

—Ellos cambiaran de opinión, porque eres un buen hombre y vas a lograr cosas grandes, en esa cámara tuya tienes las mejores fotos que he visto en mi vida y te aseguro que triunfarás— dediqué palabras de aliento, Félix es de los pocos amigos que tengo y no me gusta que se sienta mal.

—Gracias Camila, eres una gran amiga— me alborotó el cabello, él sabe que no me gusta que lo haga.

—¡Oye!— me queje mientras quitaba su mano de mi cabeza— ¿Tienes todos los permisos y licencias? No quiero que pase como la otra vez en aquella isla Canadiense.

Pasó en nuestro penúltimo viaje, él había olvidado nuestras licencias de manejo marítima, y si, esas cosas existen, nos metimos en un gran rollo con la guardia Canadiense. Los Canadienses son muy apegados a sus leyes. Tuve que llamar a los abogados de papá como mi última opción, nunca había dado problemas y me plantee ser más cuidadosa para no causarles disgustos a mis padres, como el estar en una cárcel en otro país.

—Hasta hice copias, no quiero pasar ese susto de nuevo— lanzó las sogas que retenían al yate al puerto. Fue a la cabina y lo encendió— ¿Hacia donde?— gritó desde arriba.

—Hacia el Norte, llegaremos hasta la otra punta del mundo si es necesario— tenía esa sensación de que este sería mi mejor viaje, el viaje sin ningún rumbo.

Cualquiera que nos vea de afuera diría que Félix y yo somos una linda pareja, incluso mi madre insistió desde que conoció a Félix que él era el hombre de mi vida. Pero ¿Cómo creerle? Si cada hombre con el que me ha visto dice lo mismo. Para ser sincera Félix y yo lo intentamos una vez, y fue lo más incómodo del mundo luego, con eso descubrí que no por tener cierta química con una persona tenga que funcionar una relación.

—¿Qué pasa si caemos en el Triángulo de las Bermudas?— llega de un salto a mi lado. Hemos avanzado una distancia considerable y ha dejado el yate a una velocidad lenta para evitar accidentes.

—Tendríamos muy mala suerte, moriríamos tan jóvenes ¿Qué más emocionante que eso para un libro de amor trágico? Seríamos mejor que Romeo y Julieta— puse una mano en mi pecho imaginandome esa obra de arte. Siempre bromeabamos con morir en medio del mar. Yo lo hacía para disminuir mis nervios, el mar puede ser hermoso como también engañoso.

—Podría hacer una exhibición sobre eso, tú y yo en medio del ojo del huracán, a New York le gustaría eso.

—A mi madre le gustaría eso— nuestras carcajadas resonaron por todo el yate. Mi madre siempre nos hacía reír antes de cada viaje, es una costumbre que al volver a casa salga con una locura nueva. Así es ella y la amo de cualquier forma—. A New York de verdad que le gustaría eso, hablo en serio cuando digo que has tomado las mejores fotos que he visto— puse mi mejor esfuerzo en ser convincente y seria, porque por alguna razón nunca me creía nada cuando hablaba riéndome.

—Muchas gracias enana, viniendo de ti significa tanto— revolvió mi cabello de nuevo. Me rindo, no hay forma de decirle que no me gusta que lo haga—. Aumentaremos la velocidad, avísame si ves un pedazo de tierra que te interese explorar.

—Voy a tomar una pequeña siesta, aún estamos en casa y créeme que no voy a ver ningún pedazo de tierra que me interese aquí— di dos palmadas suaves en la cara.

—Conociendo tus pequeñas siestas no te veré como hasta la noche o quizás hasta mañana. Recuerda que tienes que levantarte a hacer tu turno de manejo, sabes que la ultima vez que me quedé dormido al volante casi choco contra la costa, por poco teníamos una Camila y un Félix a la parrilla.

—Entonces despiertame para mi guardia, ser tan genial en la vida siempre me deja tan cansada— bromeo mi misma antes de ir a dormir. Dormir con un buen humor descansa más el cuerpo. Bostecé antes de bajar las escaleras— Buenas noches Félix.

—Buenas noches por ahora— gritó por las escaleras, supongo que volvió a la cabina de manejo.
Teníamos un camarote para cada uno, nada grande ni lujoso, era algo pequeño y cómodo. Una pequeña cocina en medio de los dos camarotes con dos platos y dos vasos, no me gusta las cosas en cantidades innecesarias, quien dijo que más es mejor quizás esté equivocado.

Abro la puerta de mi camarote, la cierro con mi pie y lanzo mi mochila en el pequeño sofá. Me dejo caer en la cama boca abajo con mi cabeza hundida en la almohada, sintiendo ese alivio que sólo una cama puede darte cuando estas cansada. No había descansado nada, mayormente mis guardias eran en las noches hasta el amanecer, hoy he llegado en la mañana y no hice más que ir a casa de mis padres como siempre a verlos y hacerles saber que estaba bien, y a ver a el amor de mi vida que es Sofia.

Cerré mis ojos involuntariamente cayendo rendida en los brazos de morfeo, y vaya que con este cansancio morfeo tiene los mejores brazos 10/10.

Mi Niña Salvaje  |  CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora