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Creo que ni una tragedia mundial puede conmoverme tanto como Minina y Lauren lo hacen. Es hora y ella lo sabe, no deja de mirarla a los ojos, aguantando las ganas de llorar. La besa repetidas veces y le dice que la quiere, es en ese momento donde mi corazón se rompe por completo, no merezco que me quiera después de permitir esto.

Mi relación con Dinah no estaba en su mejor momento, la estabilidad de nuestra amistad estaba en juego por mis errores, aún así me permití ser egoísta una vez más y llamarla sabiendo que probablemente estuviera con Normani, porque realmente no sé si Lauren quiera hablarme después de esto y ella necesita algún apoyo, alguien con quien no se sienta engañada.

Como quiero evitar un desastre con las personas del zoológico Dinah le inyectaría el sedante, ya que tiene experiencia, para que puedan llevársela sin problemas.

Solo estábamos nosotras cuatro en el invernadero, y pronto seremos una menos.

—¿Estás lista?— pregunta Dinah a Lauren.

—¿Eso le hará daño?— Dinah no traía la aguja al aire libre, para evitar.

—Solamente va a dormil— habló con calma mi amiga—. No va a sentirlo, lo prometo.

—¿Puedo ponerme uno? Quisiera dormir mucho para no sentir tanto dolor— sus ojos zafiros se cristalizaban apunto de desbordar el mar de ellos— Puedes hacerlo.

—Vale, distraela, prometo que será rápido— se sentó al lado de Minina, como si fuera a hablar con ella. Claro que el animal veía la tristeza en los ojos de Lauren, pero no se imaginaba lo que pasaría, por eso no prestó atención a Dinah—. Voy a quedarme con las ganas de hacerme un abrigo con tu piel— en otro momento la hubiera regañado, incluso reído, pero no tengo ánimos para eso.

—¿Recuerdas cuando me viste por primera vez? Era una niña llorona y perdida, imagino que algo te hizo arrastrar ese mango con tu cabeza hacia mi, es mi fruta favorita gracias a ti— permitió liberar sus lágrimas, las que cayeron en secuencia, una tras otra—. Me seguías y yo no lo entendía, todavía no entiendo que hice para que me quisieras pero sé que hubiera sido un error no quererte.

Dinah actuó, y el animal se fue desmoronando de a poco y junto a ella se desmoronaba Lauren, quien no se tragó sus sollozos.

—Perdoname, te quiero, perdoname por dejarte— le levantó la cabeza, Minina reflejaba una gran tristeza en su felino rostro—. Por favor no dejes de quererme, no me odies— fue un susurro que alcancé a oír.

Pronto entraron aquellos hombres, completamente desarmados. Llevaron el peso muerto de Minina hasta el camión, Lauren los seguía. La depositaron en una jaula que no cerraron hasta que Lauren dejó por completo a Minina.  

Me acerqué a ella con temor a que me rechace, algo que por suerte no ocurrió. La rodee con mis brazos mientras veía el camión alejarse, ni siquiera podía oír el motor que estaba en marcha, lo único que oía era como rompí el corazón de Lauren en miles de pedazos. No me di cuenta de que lloraba hasta que vi mis propias lágrimas caer en su hombro.

—Mila, vamos a mi casa, el sol y la tristeza no son buenos amigos— me tocó el hombro mi mejor amiga mas no hice el intento de moverme—. Bombón, venga, tienes que sentarte bajo la sombra por lo menos.

Lauren pareció reaccionar de repente y me dio un pequeño empujón, miró al suelo y luego se fue siguiendo a Dinah. Yo las seguí dándoles mucho espacio, no había nadie en casa a demás de las personas de servicio, aún así no quería entrar de nuevo a ese lugar. Aparte no me alejaría de Lauren en un momento como este, al menos que ella me lo pidiera.

A Lauren le dio hipo, me morí de la ternura al escucharla, eso hasta que Dinah le dijo que dejara de llorar, ya que el hipo era señal de que el corazón se detenía por un segundo, que entendía su llanto y su dolor, pero que era muy frágil para sobrellevar todo tan rápido y que tratara de serenarse, aún tenía mucho tiempo para llorar.

Mi Niña Salvaje  |  CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora