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¡Extra!

—¿Por qué tengo que dormir?

—Porque necesitas descansar bien, mañana tienes escuela. Y si no duermes no tendrás energías para jugar mañana— ella acaricia su cabello. Es tan delicada y bonita, es buena con su hermana y también es buena conmigo.

—Si te duermes pronto más rápido llega el otro día Sofía— trato de ayudar. Y es cierto, el tiempo pasa volando cuando cierras los ojos.

—No me llames Sofía, así me llama mami cuando está molesta conmigo— la pequeña niña se ha disgustado, cruza sus brazos acostada en su camita de barbie.

—Está bien, mi niña linda, no más Sofía— Camila la está cubriendo con su sabana, así que supongo que es tiempo de las despedidas —. Te queda muy bien esa pijama de ratón— hago cariñitos debajo de su mentón, es una cosa linda cuando se ríe — ¿Y tu conejito?

—Aquí— lo saca de debajo de las sabanas, abrazándolo a su pecho con mucho amor. El señor Cotton es muy suertudo.

—Mi beso de las buenas noches —Camila se acuesta a su lado. Su hermanita le da un beso escandaloso en la mejilla, y mi bonita Camila la llena de muchos besos luego. Me gustaría tener una hermana con quien hacer eso.

—Ven— la pequeña niña me llama. Sus bracitos envuelven mi cuello y me da un besote tan escandaloso como el que le dio a su hermana. Yo le correspondo, dándole uno en la frente, porque no me siento en la confianza de imitar a Camila—. Te quiero, las quiero hermanas mayores— dentro de mi sentí una explosión, una de alegría, que me hizo sonreír como nunca ¿hermana mayor? Claro que sí, lo seré si ella quiere.

—Yo también te quiero mi cielito— Camila responde, agarrando su mano y dándole un beso—. Ahora, es tiempo de dormir— se baja de la cama, rodeándola hasta donde yo estoy—. Te dejo tu lámpara encendida. Que descanses mi amor.

—Ustedes también.

—Buenas noches Sofi, te quiero — digo muy emocionada.

Yo no estoy acostumbrada a que las personas me quieran, siempre he vivido con muchos rechazos, bueno, eso es hasta donde yo recuerdo. Pero que éstas personas, estos desconocidos, me quieran de una manera tan natural se me hace una maravilla, un milagro. Y también un alivio, porque no tengo que esconder mis sentimientos, así como ellos me quieren yo también los quiero a ellos. Sobre todo a una persona en especial, que ha sabido tocar todo en mí con sólo verme, sonreírme, ella tiene una sonrisa tan linda, y es tan bonita, y me hace sentir tantas cosas en mi cuerpo.

—Es tú turno de acostarte.

Ella me está acompañando a mi habitación. Lo hace todas las noches desde que ya no dormimos en la misma cama, una regla muy tonta que puso su mamá. Extraño abrazar a Camila, es tan cómoda y calentita, huele muy rico y me cuida, ella cuida mis sueños, desde que sus dedos me duermen con sus caricias en mi cabello los malos sueños se han ido. Pero ahora, que ya no estamos tan juntas, ni siquiera dormir puedo, me cuesta mucho.

—¿No podemos quedarnos despiertas? Somos niñas grandes y podemos hacerlo— exijo y reclamo. Sólo quiero que no me deje todavía, la quiero cerca, para hacerla reír, abrazarla, darle besos en la boca también.

—Las niñas grandes también tienen responsabilidades— la sigo en el camino a la cama. Ella se lanza, acomodando una almohada en su cabeza y las piernas dobladas. Yo me siento a sus pies, apoyada sobre mi mano izquierda—. Sabes que debemos levantarnos primero que todos para hacerle el desayuno a Minina. Y mañana, tenemos el almuerzo con Normani, y no sé tu pero yo quiero estar atenta a todo movimiento para luego fastidiar a Dinah— tiene tanta razón.

Mi Niña Salvaje  |  CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora