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Al día siguiente me dieron de alta, con la condición de descanso absoluto. Cosa que no pasó, después de mi torpe accidente todos querían estar conmigo ¿Tenía que estar, según ellos, al borde de la muerte para que se acercaran tanto?

Está ella. Ella que me confundió tanto el día del hospital y que hasta hoy no me ha dicho nada, no le comenté a Dinah sobre lo que pasó, no quiero que me llene la cabeza de cosas, no quiero ilusionarme como una niña. Lauren actúa como siempre eso es lo bueno, y quiero creer, tan sólo por un momento, que son celos los que veo en su rostro cuando Patrick viene. No sé donde está Félix, le he dejado un mensaje de que me acompañara esta noche y no estoy segura de si irá o no.

—Camila ¿Me ayudas?— me pidió Lauren.

Resulta que, con todo y mi accidente van a dar la fiesta, la cual es esta noche. Lauren estuvo aprendiendo a andar con tacones, los domina pero no tanto para estar segura de caminar sola. Fue muy gracioso la primera vez, se iba de boca a cada paso, claro que yo estaba ahí para no dejarla caer.

—Vamos al pasillo.

Era gracioso como iba vestida. Anoche Sofi y Lauren llegaron a mi habitación vestidas con una pijama completa de ratón a juego, se me hizo lo más tierno del mundo ver a mi hermana y a la chica que me gusta en ese plan.
—No tienes que hacerlo si no quieres— le recordé por última vez.

Caminaba a su lado sosteniéndola por el brazo, ella daba varios pasos temblorosos, aún se está adaptando a caminar con tacones y no creo que sea bueno que los use esta noche.

—Si quiero, quiero aprender todo— lo peor es que es terca, cuando se le mete algo en la cabeza no hay nadie que la haga cambiar de parecer.

—Hay tiempo para aprender todo.

—Quiero todo, aprender muchas cosas— hablaba con decisión—. Caminaré sola, no me ayudes.

Era casi divertido ver a una chica con una pijama de ratón en tacones en tu casa, digo casi divertido si esa chica es de la cual gustas y está a punto de hacerse daño.

Es tan habilidosa que, cuando no pude aguantar su peso mientas caíamos hacia adelante, antes de que su cara impactara el suelo ya sus manos habían parado lo que pasaría. Juro que ella podría ganarles en vencidas a los luchadores profesionales, es tan fuerte, o sólo yo soy peso pluma y cargar conmigo no es molestia para ella.

Terminamos en una posición rara. Sin malinterpretar, ella quedó en cuatro abajo de mi y yo en cuatro encima de ella, ya estaba preparada para recibir el golpe y es por eso que la tenía agarrada firmemente por la cintura. Se nota que ambas somos un imán para el piso, nos la pasamos más en el que sobre.

—No pude agarrarte, lo siento ¿Estás bien?— la suelto antes de que se vuelva más raro de lo que es.

—Casi lo tenía— se veía realmente frustrada, en su cara se hacía más que evidente.

—Hay cosas más importantes, no te esmeres en esto.

—En las películas se ve muy fácil— se quejó dejando salir una larga exhalación. Sus rasgos seguían tan fruncidos.

—Relájate, estaré contigo toda la fiesta si quieres para ayudarte a caminar— recogió sus piernas y las dobló hasta que su barbilla estuviera al tope de sus rodillas dándole espacio para deshacerse de los tacones.

—Es que, seguro que tendrás que saludar a muchas personas y hablar con ellas, yo no sé de lo que se habla, tampoco quiero avergonzarte ni ser una molestia— volvía a ser tímida y temerosa, tanto como me gusta.

—Nunca vas a avergonzarme, no necesariamente tienes que hablar, puedes solamente saludar y si te preguntan algo respondes. No eres ninguna molestia, sería un honor estar contigo toda la noche— tiembla Shakespeare.

Mi Niña Salvaje  |  CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora