10

16.5K 1.2K 212
                                    

Estábamos en territorio Canadiense, ya casi entrando a Estados Unidos. La guardia costera la conozco como si fuéramos amigos de toda la vida, los veo más a ellos que a mi familia. Era de madrugada, alrededor de las 3 am, la vista del camino a lo lejos tenía algunas luces de la ciudad, no muy segura de que ciudad era. Comía mis gomitas, había bajado la velocidad para relajarme y comerlas tranquila. Subí las piernas al panel de control y me recosté en mi silla giratoria.

—Camila— admito que me asusté, no la había escuchado venir, y eso que estaba muy silencioso el lugar.

—¿Qué pasa? ¿Algo malo?— dejé mis gomitas a un lado y de inmediato me levante preocupada para ir hacia ella.

Le había gustado mucho mi camisón de conejito, bueno ahora su camisón porque se lo he regalado, lo traía puesto, decía que era lo más cómodo para dormir.

—Es que no puedo dormir— se queja con su vocesita de bebé.

—¿Tuviste un mal sueño?

—No, es que tu cama es muy suave, no me gusta y no puedo dormir bien. A Minina le gusta mucho esa cama que le has dado, no se quiere bajar de ah— reí porque era cierto, Minina era toda una floja, ni siquiera salía a tomar Sol a la cubierta conmigo y con Lauren.

—Tal vez esté haciéndose vieja y necesite descansar mucho. Ven, siéntate conmigo aquí para que me hagas compañía.

Tenía dos sillas giratorias, una para Félix y una para mi, hacíamos como ese juego de la feria carros chocones pero nosotros lo hacíamos con sillas, somos un desastre jugando eso. Yo puse la de Félix junto a la mía, invitándola a sentarse. Tomé mis gomitas de nuevo y me recosté levemente en el espaldar de la silla.

—¿Quieres una?— le ofrecí de mi bolsita.

—¿Qué son?

—Son gomitas de frutas.

—¿Hay de mango?— el mango es su fruta favorita por lo que veo, siempre lo menciona.

—No, pero voy a darte una verde como tus ojos— busqué en la bolsa de las gomitas una verde que decía que era de limón. En realidad no sabía para nada a limón.

—¿¡Son tiburones!?— preguntó entre sorprendida y alarmada cuando tuvo entre sus dedos la gomita.

—Ujumm— murmure mientras dejaba caer un tiburón de naranja en mi boca.

—¿Sabe de verdad a pescado?

-"No Lauren, son tiburones de frutas, te lo he dicho. Anda, pruebalo.

Ella lo miró con duda, no jugaba al decir que pensaba que era tiburón de verdad y eso se me hacia muy gracioso. Mordió la cola, estirándola mientras la mordía, la masticó durante unos segundos para luego tragarla y morder el pequeño tiburón de gomita que tenía en su mano.

—Sabe muy dulce— dijo masticando.

—¿Quieres otra?

—¿No hay una del color de tus ojos? Ya me he comido una del color de los míos— apoyó sus manos en los extremos de la silla para subirse y sentarse en forma de indio. La silla se movió por las ruedas y ella se asustó— ¿La rompí?

—No, la silla tiene ruedas y como te moviste así las ruedas se movieron, no has roto nada tranquila. Y no hay una gomita del color de mis ojos, bueno si las hay pero esas no me gustan.

—¿Por qué, son de tamarindo? A mi no me gusta el tamarindo— hizo una cara como de asco sacando su lengua.

—No, son de coca cola, después te diré que es eso. Prueba esta azul, que no estoy segura de que sabor es pero es muy sabrosa.

Mi Niña Salvaje  |  CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora