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—Vamos a acostarnos— yo estaba flotando, no por el hecho de estar muy enamorada, de verdad estaba flotando porque Lauren me levantó por las piernas.

Así ha sido desde mi pequeño ataque de pánico, está siguiendome y llevándome en brazos a todos lados, incluso esperó a que saliera del baño para llevarme de vuelta, caminar en un avión en pleno vuelo me da un extraño vértigo no sé por qué, y si ella se ofrece no voy a quejarme. Está muy cariñosa y risueña, el cansancio se le nota por encima, apoderado de su cuerpo, tanto que ya me pidió dormir.

—No podemos acostarnos en los asientos, dormir así es incomodo— como odiaba dormir sentada, pese a que los asientos podían reclinarse era de lo peor—. Ya Laur, dejame caminar, te va a salir una hernia.

—No saber que es eso pero a Lauren de la selva no pasar nada— era gracioso cuando hablaba en tercera persona como salvaje—. Hay camas, eso me dijo Taylor.

—Por fin una noticia buena— algo bueno tenía que tener este avión. Pasamos por la cortina a donde está el pasillo estrecho con cortinas a los lados.

—Aquí— abrió una de las cortinas ampliamente. Estaban Ally acostada con Taylor, arriba de ella como si fuera su colchón y la más alta la abrazaba. Al instante Lauren se tapó la boca para no reírse y yo deslice la cortina nuevamente—. Habitación equivocada— por lo menos no se dieron cuenta—. Bienvenida a su suite presidencial con vista azul a donde vea.

—Veo porqué no tiene muchos huéspedes su hotel, con esa vista cualquier entra en depresión— salté dentro de la cama, es cómoda, no es matrimonial ni nada pero las dos podemos echarnos una buena siesta.

—Pero si mira a su derecha podrá ver otro paisaje— coquetea conmigo, esto es nuevo, me gusta.

—Es la razón por la que sigo hospedandome aquí— mi voz sale más cansada de lo que debería.

—¿Desea algo más?— sigue con su tono coqueto, de pronto sus labios se me hacen más deseables por el tono de su voz.

—A ti— acaricio el colchón a lo largo. Aparece ese sonrojo en sus mejillas, es cuando me doy cuenta de que la manera en la que lo he dicho y como lo he actuado no fue muy inocente—. Hablo de dormir mi salvajita— le doy un golpesito en la nariz y ella sonríe.

—Ya sé es que... olvidalo, ya debes saberlo— negó con la cabeza a la vez que mordía sus labios. La verdad tenía varias idea de lo que puede estar pasando por su cabecita—. Buscaré esa manta que trajiste en tu mochila, todos esos jugos de cajita me dieron frío no sé como— se tomó como seis o algo así, no puedo culparla, los jugos de cajita son lo máximo.

Aproveché para quitarme los zapatos, porque no hay manera de que duerma con ellos puestos, y me quedo con las medias puestas. Lauren puede tener frío pero con ese par de tazas de té que me tomé la temperatura de mi cuerpo fue subiendo, no creo que a Lauren le importe que me quite la camisa, me ha visto muchas veces así y hasta con menos. Además, estoy segura que en un par de minutos estaré congelandome. Deslizo la cortina, doblo mi camisa para ponerla en la esquina de arriba de la cama y me acuesto pegada a la "pared" con los brazos cruzados atrás de mi cabeza, hay una almohada pero prefiero no usarla, también hay una ventanilla justo a mi lado y desearía que no estuviera. Cierro los ojos y me pongo a pensar que estoy en mi habitación como siempre, el colchón es más suave y rebota más, lastima que si me siento al menos para rebotar pego la cabeza contra el techo.

—Alguien se puso cómoda— Lauren que es tan sutil y delicada como una flor me lanza la manta muy fuerte para mi gusto en la cara—. Sabes que se puede desabrochar ese sostén de la nada— no me lo estaba preguntando.

—Sabes que me quedaré dormida antes de que eso pase— contraataco con una sonrisa cansada—. La manta no va a darte el calor que yo te doy— hice una insinuación con los brazos abiertos de que terminara de meterse a la cama.

Mi Niña Salvaje  |  CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora