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—No, bonita.

Intenté levantarme, el sol ya estaba presente y moría por un baño. Lauren me tiene atrapada en sus brazos, apenas hice el primer movimiento ella se negó a dejarme ir.

—Hay que levantarnos, hoy es un nuevo día— respondo  somnolienta. Debo tener como cinco mil lagañas y ella no deja que trate de verme presentable.

—¿Y qué? ¿Pasará algo si te abrazo un poco más?— se dio vuelta, dejándome bajo ella. Yo como ser débil e indefenso que soy me aferro a su cuello, donde aspiré mi perfume—. Me gusta mucho estar así contigo— se aventuró a rozar mi nariz con la suya.

—Extrañaba amanecer contigo.

—También yo— me besó por primera vez en el día. La salud de mi corazón está en riesgo tan temprano—. Anoche, me gustó mucho.

—Igual a mi, pero, no quieras hacerlo una costumbre— se levantó de repente, sentándome en sus piernas. No sé de donde saca fuerzas para hacer eso— ¿Qué haces?

—Todo lo contrario a lo que dices. Trato de ser una adolescente normal, tengo que estar a la altura— la risa producida por lo que acaba de decir se vio silenciada por sus labios, a los que correspondía con emoción.

Una cosa que he aprendido cuando estoy con Lauren es que no importa cuanto me plantee no hacer algo, siempre termino haciéndolo o ella corrompiendome sin saberlo para que lo haga. Como justo ahora, que estamos en una situación de las que hace segundos le decía que no debemos acostumbrarnos.

Sé como debe sentirse, con todas las cosas nuevas que experimentó anoche la palabra euforia le queda pequeña. El espacio entre nosotras es tan nulo que nuestros senos chocan entre si. Me tomo el trabajo de cruzar las piernas alrededor de su espalda, ciertamente, no creo que con las piernas muy abiertas desprenda un olor agradable. Y hasta creo que lee mi mente, las cosas que evito ella va y las hace, como adentrar su mano en mi feminidad y comenzar a estimularme como lo hizo anoche.

Rompo nuestro beso y le muerdo levemente la barbilla, le hago la cabeza hacia un lado y como si fuera un vampiro muerdo su cuello, ella jadea, me quedo repartiendo besos y una que otra succión, tratando de no dejar marcas. No puedo controlarme, todo referente a ella me atrae y cuando la tengo tan cerca dejo que mi cuerpo actúe solo. El roce de mis uñas en su espalda provoca que se contraiga, una de sus zonas sensibles y una de mis partes favoritas de su cuerpo.

—Te gusta morder— sonrío mientras hago un camino de besos a su oreja.

—Te gusta colar tu mano allá abajo— ataca mi hombro con suavidad.

—Al parecer te gusta que lo haga— no la contradigo, es cierto. Con su boca busca la mía y la beso algo agitada por los movimientos circulares que hace—. Esta parte del cuerpo es bastante extraña— pasó sus dedos nuevamente por mi zona sensible, haciendo referencia a lo que decía—. Me pregunto que será esto que está aquí— con su dedo del medio rodeó mi entrada y me sobresalté con ese simple roce.

—Algo que te diré luego— evado el tema con cierto nerviosismo. Sin embargo, ella sigue interesada en su descubrimiento y yo masoquista la dejo experimentar con mi cuerpo.

—Mira esto, es un orificio, también tengo uno— detengo su mano con la mía. La encaro, se ve completamente desentendida de lo que toca y de porque le he quitado la mano de esa manera tan brusca—¿Es uno malo?— si supieras.

—No, sólo que ahora no es el momento de dar ese paso— sonreí trantando de ocultar mi reciente nerviosismo y le di un beso en una de sus sonrojadas mejillas—. Me gusta cuando te sonrojas, te ves linda y tierna— justo como ahora, se ve perfecta con ese rubor en sus mejillas y esa sonrisa que me alegra la vida.

Mi Niña Salvaje  |  CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora